La Academia en el escenario de los Pactos

Wednesday, 25 November, 2015 - 09:10

Es común que se piense que la Academia, como suele llamarse de manera genérica a la institucionalidad de la Educación Superior, es el sitio donde se origina y reside el conocimiento, y no le falta razón a una afirmación en tal sentido, aunque sería arrogante pensar que tal origen y residencia tengan carácter de exclusividad. Lo que sí es un error generalizado es pensar que la Academia es fuente de respuestas. En ocasiones lo piensan así las instituciones y las personas externas a las Universidades, que esperan de ellas soluciones similares a fórmulas mágicas o al menos explicaciones inequívocas a los fenómenos naturales, sociales o políticos. También lo piensan en ocasiones las mismas Universidades, y se equivocan cuando lo hacen, porque pretender ser la fuente única de las respuestas y presumir de contar con ellas como en un Vademécum, no solo refleja la arrogancia con la que algunos académicos acometen las discusiones sino que además se opone al fundamento para la construcción del conocimiento: reconocer que es mucho más lo que se desconoce.

El rol de la Academia no es ofrecer respuestas, sino ayudar a la sociedad a formularse todas las preguntas, que son la verdadera base para el conocimiento.

En el marco del proceso de Pactos por la Cuenca del Río Chinchiná la Academia local tiene un rol fundamental por jugar. Los primeros años del proceso han servido para cimentar un acuerdo político-institucional, pero ese tejido es apenas la base para el diseño de las intervenciones que tienen que ayudar a transformar el territorio en el mediano y el largo plazo. Es ahí donde la Universidad, y las preguntas de investigación que justifican su existencia, pueden ayudar a soportar un proceso de gestión territorial en el que se optimice la inversión de los diversos actores.

Las estrategias de restauración de ecosistemas y de manejo de paisaje, los mecanismos para favorecer la movilidad social de los pobladores más pobres, las rutas para incrementar la competitividad de los diversos sectores de la producción, pueden y deben ser cualificadas desde el conocimiento que las Universidades han gestionado en una larga trayectoria territorial. No basta contar con Universidades de calidad como un capital del territorio. Dicho capital debe ofrecer una renta, en términos de la utilidad que representa para la sociedad el conocimiento que se agencia.

El aporte que ha hecho la Universidad Nacional Sede Manizales al conocimiento de la cuenca del río Chinchiná debe sumarse a la capacidad instalada de la Universidad de Caldas y al potencial de crecimiento que muestran la Universidad de Manizales, la Universidad Autónoma y la Universidad Católica de Manizales, sin dejar de lado los aportes de otras instituciones de Educación Superior, igualmente relevantes en el trabajo territorial. Desde las Universidades nos hacemos preguntas permanentes sobre fenómenos sociales, ambientales, económicos y políticos de nuestro territorio, lo que necesitamos es un escenario como el de Pactos para que las respuestas las busquemos conjuntamente.

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Betancourth López, Andrés Felipe

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Betancourth López, Andrés Felipe

Médico Veterinario Zootecnista. Especialista en Agroforestería y con MSc en Sistemas de Producción Agropecuaria. Ha sido miembro del Comité Técnico de CONDESAN y actualmente es parte del Consejo Directivo. Ha sido Profesor Universitario y Rector del Instituto de Educación Superior CINOC, en la cuenca de La Miel, Colombia.

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Colombia
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