2016: cambios, adecuaciones y continuidad
- Inicie sesión o regístrese para comentar
Y pasó el tan esperado París, opacado por atentados que enlutaron el tratamiento de las cuestiones ecológicas, tiñendo y enmarcando los acuerdos con el halo político internacional que realmente nos atañe.
Ya que el 2015 -año cargado de decisiones que determinarían el futuro de la humanidad- nos ha dejado la continuidad del enfoque meramente económico del desarrollo y los recursos, el 2016 perfila la necesidad de adecuaciones para avanzar, sin pausa, en la promoción de un desarrollo sostenible.
El contexto socio-económico y político de la región Sudamericana traza ahora una renovada alineación internacional, lo que llevará a las organizaciones sociales no gubernamentales a replantearse (nuevamente) las estrategias de participación, gestión y ejecución.
Nos queda pendiente aún la discusión y revisión particular del cambio político que aún no logramos terminar de comprender hacia dónde se dirige. La falta de posiciones políticas estratégicas y de bloque, junto con la constante puesta en marcha de medidas de contingencia, nos han arrastrado a ver la devastación de áreas naturales y productivas, de las poblaciones y los desplazados, con la mirada de los poderosos que prometen a futuro (al 2020) una ínfima porción de su PIB para mitigar los daños -del Cambio Climático, claro; no de la explotación de recursos.
Los desafíos establecidos en la versión global de adaptación y mitigación al Cambio Climático están firmemente asentados en la economía de mercado. Y aún no está claro cómo se asumirán los compromisos de financiamiento a partir de 2020; tampoco está del todo firme cuáles son las políticas públicas que adoptarán nuestros países para alcanzar sus metas de emisiones a cinco años; y, sobre todo, no se han definido acciones concretas y duraderas para los que ya están sufriendo las consecuencias del cambio climático.
En ese sentido, no resulta menor considerar que la visibilidad de los ecosistema frágiles como tales (como las montañas, tierras secas y humedales) en las negociaciones internacionales durante el 2015, tuviera que ser fuertemente respaldada por las entidades no gubernamentales, y sin duda, ello marca una agenda para el 2016; o al menos algún enfoque que necesitaremos tomar en cuenta.
Las organizaciones tendremos que nuevamente tomar la determinación de adoptar medidas para adecuar nuestros programas y proyectos a la realidad global, fortaleciendo nuestro compromiso con las comunidades y contribuyendo al fortalecimiento de una sociedad civil consiente de las implicancias del enfoque del desarrollo in-sostenible (o por lo menos, injusto).
¿Habrá finalmente algún estallido que brinde movilidad a las poblaciones vulnerables? ¿Cuál será el rol de las organizaciones sociales? Y ¿cómo decidiéremos abordarlo? La participación tiene diferentes realidades y consecuencias; se puede contribuir en la convergencia, pero cuidando que la sinergia de las hegemonías no expulse nuestra capacidad crítica, de diálogo y de consensos con los menos favorecidos.
La ampliación y el fortalecimiento del alcance territorial con perspectiva global se hace entonces prioritaria en nuestras acciones. Las comunidades más vulnerables aún necesitan ser visibilizadas, escuchadas y entendidas, pues son en muchos casos quienes tienen respuestas, a partir de experiencias, para enfrentar las consecuencias devastadoras de los cambios ecológicos y económicos globales.
Comentarios via Facebook