"Agonía de los tapires de montaña"

Lunes, 27 Marzo, 2006 - 00:00

Estimados Coleg@s,


Adjuntamos el artículo Agonía de los tapires de montaña, de Craig Downer (texto y fotos), Ecólogo y Biólogo, PhD, presidente de Andean Tapir Fund-USA; gran parte de las informaciones fueron brindadas por Alejandro Zegarra Pezo, Consultor y guía de la ONG ProNorte. Esta contribución ha sido tomada de la Revista Rumbos del 22 de marzo de 2006.


Atentamente,


José Collazos
CONDESAN-InfoAndina
Nodo Regional para América Latina del Mountain Forum
infoandina@mtnforum.org
www.condesan.org

















Agonía de los tapires de montaña


 


Después de 35 millones de años sobre la tierra, el tapir andino (Tapirus pinchaque) está en grave peligro de extinción. En el Perú sobreviven entre 200 y 400 ejemplares, y no muchos más en Ecuador y Colombia. Las explotaciones mineras, como la de Majaz en Piura, podrían ser la estocada final para estos animales, y también para un ecosistema único en el mundo. Las fotos que acompañan al artículo tienen un valor documental inapreciable. 

La debacle de los tapires de montaña empezó después de la Reforma Agraria, cuando se intensificó la colonización de las montañas del norte peruano, y la consiguiente destrucción de su hábitat: los bosques de neblina y páramos de los Andes del Norte. La cacería también influyó, así como el comercio de sus partes como medicina para el corazón y contra la epilepsia. Pero su mayor valor se encuentra como ser vivo en este mundo y no como mero cuerpo físico.

Jardinero de los Andes


La mayor cantidad de tapires andinos se encuentran en las montañas de Piura, entre los 1700 y 4500 metros de altura. Básicamente en Ayabaca, y específicamente en los dominios de la comunidad de Yanta, con un medio ambiente poco alterado por el hombre, especialmente en Cerro Negro. Su extinción es inminente. Siendo optimistas diríamos que hay alrededor de 300 individuos vagando por la deflexión de Huancabamba, llamada así por los científicos que consideran a esta región única en el mundo por su variedad y su alto grado de endemismo. Están registrados como en peligro de extinción por la Unión Internacional para Conservación de la Naturaleza (UICN) y por el Decreto Supremo 034-2004 AG Perú.

El tapir andino es responsable de gran parte de las plantas florecidas en los Andes norteños. En mis estudios en el Parque Nacional Sangay, de Ecuador, descubrí que el tapir comía 217 especies y 145 variedades de plantas, y las semillas de 89 especies y 56 variedades germinaron en las heces de éste animal. Es decir, el tapir interactúa permanentemente con este ecosistema: lo beneficia dispersando las semillas y, a su vez, se beneficia con la comida que le brinda esta nueva flora. Se convierte de esta manera en un jardinero que permite la reproducción de su hábitat, estas "esponjas vivientes" que son los bosques y páramos, donde se crea el agua para luego por medio de la gravedad correr cuesta abajo para darle vida a otras especies, incluyendo el género humano.

La minería: el golpe final


Levanto mi bandera de oposición a los planes de las mineras que quieren devastar los últimos bosques y páramos de la Cordillera de Lagunillas. Las consecuencias de esta explotación serían muy destructivas para el ecosistema andino del noroeste del Perú, pues los despojará de su hábitat, lo cual devendrá inevitablemente en la eliminación de sus últimos miembros, pues ya no tienen donde esconderse. La entrada de la minería en estas altas regiones acabaría también con muchas plantas, algunas desconocidas para la ciencia. Como ecólogo advierto que eliminar la cobertura vegetal que todavía existe en la Cordillera Lagunillas tendrá un efecto nefasto sobre las fuentes de agua.

Conocedor de los numerosos efectos dañinos y tóxicos de la minería en Nevada, mi estado natal, como en otras partes del mundo donde he vivido, entre ellos los Andes de Colombia y Ecuador, considero urgente resaltar los perjuicios ecológicos y para la salud que esta actividad conlleva. Especialmente si es de tajo abierto (los denuncios mineros en Ayabaca y Huancabamaba son para explotar este tipo de yacimientos), pues es más destructivo: enormes tractores y dinamita arrasarán con bosques y riachuelos, plantas y animales, para acceder al metal contenido en las rocas.

Después de pulverizar las rocas, se introducen partículas muy finas que contaminarán el agua, el aire y lo suelos, no solamente en el área de operación, sino hasta en miles de kilómetros a la redonda. Este polvo tapa los poros de las plantas, le impiden respirar y anula la fotosíntesis, además sofoca los microorganismos del suelo y de las fuentes de agua. Estos microorganismos sostienen la vida del planeta, pero las toxinas producidas por la minería los devastaría, y todo por la codicia materialista.


Esponja de Mercurio


Cuando extraen el metal, los mineros emplean químicos muy venenosos y penetrantes como el mercurio (y/o cianuro) que, incorporados a la cadena alimenticia, afecta el sistema nervioso y bloquea la reproducción de plantas y animales. Por supuesto este envenenamiento también incluye al hombre: ocasiona cáncer, defectos natales y mutaciones por varias generaciones. 

En Nevada, las minas del siglo XIX todavía emiten mercurio y han contaminado los peces de ríos y lagos cuesta abajo, ocasionando miles de casos de cáncer, la mayoría fatales. Un ejemplo es el río Carson, que recibe las aguas limpias de la Sierra Nevada, para luego envenenarse con los drenajes de estas antiguas minas. Y es que la acidificación de las aguas (especialmente por ácidos de azufre), producto de los relaves, es un proceso lento que puede durar siglos: matando algas y bacterias, y reduciendo el oxígeno en el agua. 

Los operativos mineros destruirían la esponja viviente que representan los bosques y páramos de Piura. Esto a su vez incidiría negativamente en el bosque seco del noroeste peruano, que ya pasa por un severa sequía. Sería una estupidez enorme permitir (a cambio de unos años de dinero y empleo) sacrificar las fuentes de agua indispensables para la salud de este ecosistema. Decaería notablemente el pulso de vida de esta mágica región, como los árboles que proporcionan frutas, sombra y belleza; las hierbas medicinales que sanan a miles de personas de enfermedades de toda índoles; los peces que nos alimentan; las aves que controlan a insectos y fascinan con sus colores; y los tapires andinos, jardineros esenciales de los Andes y que, como toda especie en peligro de extinción, necesitan nuestra ayuda para sobrevivir.

El proyecto minero Río Blanco de la Monterrico Metals de Inglaterra amenaza con destruir este invalorable ecosistema. Todos los páramos y bosques de neblina de la serranía piurana (donde conviven gallitos de las rocas, venados y pavas aliblancas) son eficientes productores de agua. Y es precisamente allí, donde nacen los principales ríos, que se encuentran los denuncios de las poderosas transnacionales mineras, que solo esperan que la Monterrico Metals de la señal de largada para el inicio del fin de esta especial ecoregión, que nunca más volverá a existir hasta que se cree otro cielo y otra tierra.


Réquiem por el Tapir


Gran parte de los peruanos del Noroeste han demostrado gran sabiduría y valentía para defender los bosques nublados y páramos (¡y no quedan muchos!) con sus tapires andinos, llamados también sacha huagra en quechua, sus plantas medicinales, sus hermosos árboles, y han demostrado capacidad para no caer en la tentación de lucro fácil.

El tapir también contribuye a la cadena alimenticia, perpetuando la vida de pumas, osos de anteojo, cóndores, águilas y roedores. Así, hasta en su muerte, el tapir de montaña, siempre con gracia, también sostiene la vida. No se puede decir lo mismo del hombre.

He realizado dos expediciones en la serranía norte del Perú. Y he apreciado, y aprendido a querer, a estos tapires que llegan a tener 150 kilos de peso, un singular borde de pelo blanco alrededor de la boca, y relucientes cascos en sus patas, y que recorren solitarios esos magníficos parajes piuranos. Cada vez más solitarios.

Su capacidad para reforestar los bosques de neblina y páramos donde vive, gracias a sus desechos, es lógico teniendo en cuenta que el tapir de montaña co-evolucionó con la elevación de los Andes norteños durante los últimos 3 millones de años. Realmente el tapir es ejemplar para nosotros: toma pedazos de vida, pero a su vez, los brinda a las demás especies. Ya estos nobles animales fueron eliminados de Venezuela. Denles una oportunidad, no permitan que pase lo mismo en el Perú.

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