La hora de la verdad: Qué deben hacer los líderes mundiales frente a la crisis de precios de los alimentos

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Nota Informativa de Intermón Oxfam, Junio 2008

Los precios de los alimentos han aumentado un 83 por ciento a nivel mundial en los últimos tres años. La crisis provocada por este incremento constituye una amenaza sin precedentes para los medios de vida y el bienestar de millones de hogares rurales y urbanos que son compradores netos de alimentos. En diferentes partes del mundo, Oxfam Internacional y muchas de las organizaciones con las que trabaja en el terreno han sido testigos de cómo los precios desorbitados fuerzan a las personas a ingerir menos alimentos o alimentos menos nutritivos, y llevan a los hogares pobres a recortar gastos en atención sanitaria, educación y otras necesidades. El nivel nutricional de las mujeres y los niños es particularmente vulnerable, ya que las mujeres suelen anteponer la alimentación de los hombres a la suya propia.

Oxfam estima que los actuales niveles de precios de los alimentos constituyen una amenaza inmediata para 290 millones de personas que viven en los países más vulnerables a la subida de precios. Estas devastadoras cifras eclipsan las del número de personas afectadas por los mayores desastres naturales, tales como el tsunami asiático de 2004.

Esta crisis de precios de los alimentos se produce ante un telón de fondo de hambre recurrente y vulnerabilidad que ya venía afectando a millones de personas. El hambre crónica afecta a 854 millones de personas en todo el mundo, una cifra que implica que estamos muy lejos de alcanzar el objetivo marcado por la comunidad internacional en el año 2000 de reducir el hambre a la mitad para el año 2015. Según el Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas (PMA), el número de emergencias alimentarias ha aumentado de una media de 15 por año durante la década de 1980, a más de 30 por año desde el comienzo del milenio.

Es muy probable que los precios de los alimentos se mantengan altos y volátiles durante los próximos años debido al alto precio del petróleo y al aumento de la demanda de cereales, que a su vez está relacionada con el crecimiento del sector de los biocombustibles y el incremento en la demanda para consumo en los países con economías emergentes. Además, se espera que el cambio climático comporte más desastres impredecibles -relacionados con la meteorología y el clima-, que agravarán la volatilidad del rendimiento y los mercados y socavarán la disponibilidad de alimentos y las posibilidades de desarrollo de millones de personas, especialmente en el África subsahariana.

Es urgente tomar medidas para abordar la actual crisis y reducir la probabilidad de que se repitan situaciones similares en un futuro, pero esta crisis también plantea oportunidades además de amenazas. Durante décadas, los bajos precios han castigado a los productores rurales, que constituyen la mayoría de la población pobre del mundo. Ahora, los altos precios podrían invertir esta tendencia, pero sólo si se cuenta con las políticas e instituciones adecuadas que permitan a los agricultores pobres y a los jornaleros beneficiarse de ello.

Desgraciadamente a nivel local, nacional e internacional aún no se cuenta con las políticas e instituciones adecuadas. En muchos países pobres, los mecanismos para regular los mercados de alimentos y promocionar la inversión en agricultura fueron desmantelados bajo los llamados “programas de ajuste estructural” impulsados por el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional. ¿El resultado?: menos protección para la población pobre, menos apoyo a los agricultores y más inestabilidad en los mercados agrícolas.

La crisis provocada por la subida de los precios de los alimentos representa un reto inmenso para el liderazgo y la legitimidad de las instituciones multilaterales mundiales, pero también una oportunidad real para proporcionar las muy necesarias y largamente esperadas reformas del sistema alimentario y agrario. Los países que tienen los recursos y el poder necesarios para ofrecer dichas reformas deberían tomar la iniciativa, de la misma forma que lo han hecho para intentar impedir una crisis financiera mundial. Lo que se puede lograr cuando existe voluntad política es impresionante: la Reserva Federal de los Estados Unidos y el Banco Central Europeo han inyectado más de un billón de dólares en el sistema financiero en los últimos seis meses.6 Oxfam estima que la financiación necesaria para asistir de manera inmediata a las poblaciones más pobres en 53 países en desarrollo considerados como los más vulnerables a la subida de precios de los alimentos es ridícula en comparación: tan sólo 14.500 millones de dólares.

Este informe establece una serie de pasos, tanto a corto como a medio plazo, que se deberían seguir para abordar la actual crisis alimentaria y establecer las reformas necesarias para evitar crisis similares en un futuro.

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