Los páramos negros

Lunes, 17 Febrero, 2014 - 13:51

Por Robert Hofstede

Los páramos no son uniformes; la variedad de vegetación dominante les da un aspecto que varía entre casi blanco y ocre, hasta verde y bronce. Pero también hay páramos negros. En varias zonas de los Andes, la actividad minera carbonífera tiñe los páramos de negro. Afortunadamente sigue siendo figurativo; no es que el páramo se cubre con una capa de polvo de carbón, pero la actividad minera crea un panorama bastante oscuro.

Hace ocho días hice un recorrido por varios páramos en los departamentos de Cundinamarca y Boyacá (Colombia) y conversé con comunidades e instituciones locales sobre el tema de la minería de carbón. Cambió mi perspectiva. Evidentemente, sigo pensando que la actividad minera no es compatible con el páramo y hay que aunar esfuerzos para eliminarla. En realidad, todas las actividades humanas en el páramo, incluyendo la agricultura y la ganadería, pueden tener efectos negativos y por el bien del agua y la biodiversidad, es mejor evitarlas. Sin embargo, en muchas zonas estas actividades están asociadas a pequeños productores, comunidades indígenas y campesinos que dependen de su ganadito y sus papitas. Sacar del páramo las actividades de esta población, no sería ético ni estratégico para la conservación. Pero el asunto de la minería lo consideraba diferente: es una actividad altamente contaminante, que se asocia con grandes empresas y mano de obra volátil. Que no deja nada  bueno para el páramo ni para sus habitantes.

Probablemente era una ingenuidad mía pensar que en la minería no hay chiquitos. Es verdad, muchas de las minas de carbón son de empresas grandes, incluyendo transnacionales. Sin embargo, en Colombia conocí una minería campesina. Es gente humilde, que siempre han cavado el carbón que se encuentra casi en la superficie, para un ingresito adicional al lado de su actividad agrícola. Sin ningún permiso ni concesión: simplemente han sacado el carbón con pico y pala de un hueco en su finca; su tierra. Pero ¿que pasó? Debido al alto precio del carbón, aumentó la inversión externa en la zona y emitieron concesiones a varias empresas con maquinaria más sofisticada. Como en todos nuestros países, uno es dueño de la tierra pero no del subsuelo. Y en el caso de la minería, es posible que a alguien le den una licencia para sacar el mineral debajo de la casa de otro. Así fue que cuando las empresas empezaron a conseguir concesiones, los campesinos/mineros artesanos (por tramitología,sin posibilidad de obtener concesión) empezaron a aumentar la producción de su mina. Porque si ellos no sacaban el carbón, lo sacarían otros por vía subterránea. El resultado: un enorme incremento de la minería industrial y a la vez, de la artesanal. Con todas sus consecuencias ambientales negativas (contaminación, perforación de agua subterránea, destrucción de páramos y bosques).

Con el aumento de la actividad minera, los campesinos paulatinamente dejaron la actividad agrícola. Sus hijos tampoco trabajan en la finca porque, irónicamente, empezaron a trabajar en las empresas grandes de minería para obtener dinero fácil y estable. Esta situación parece sustentable económicamente aunque mal ambientalmente y socialmente. Pero la historia no termina aquí: en el último año bajó el precio del carbón y los campesinos-mineros ya no logran vender su producción al centro de acopio (que da preferencia a los productores grandes). Y el que quiere volver a su actividad agrícola se encuentra con la situación que ya no tiene vacas y que sus hijos trabajan en la mina del vecino y no ayudan a sembrar. La única opción que les queda: alquilar un pedazo de páramo a otro inversionista externo que lo siembra con papa, sin ningún respeto por los aspectos ambientales.

De allí el páramo negro. Negro por la historia del carbón que poco tiene que ver (por lo menos en esta historia) con empresas grandes sino con humildes campesinos que un día ganaban bien sacando carbón, pero ahora se encuentran en un socavón sin salida…. 

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Hofstede, Robert

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Hofstede, Robert

Robert Hofstede, biólogo holandés. Ha sido Docente de la Universidad de Ámsterdam y Director Regional de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). Ocupó la presidencia del Directorio Global del Foro de Montañas. Y desde Septiembre 2016, trabajará como Director Adjunto de Cambio Climático en IDRC (Canadá).

Biólogo con amplia experiencia como director de proyectos e instituciones de conservación de naturaleza y de desarrollo rural. Conoce mas de él: http://www.roberthofstede.com/