Reflexiones sobre la política por las montañas en Brasil

Miércoles, 29 Agosto, 2012 - 08:07
Luis Felipe Cesar, periodista, especialista en gestión ambiental, director de la ONG Crescente Fértil

Brasil tiene 8.514.215,3 km2. Las montañas representan una significativa parte de su territorio, albergando gran diversidad biológica, de ambientes y de climas. El 15% del área total se encuentra arriba de 600 msnm y 1,9% sobre los 1000 msnm., es decir  161.770 km2.

La mayoría de bloques de montaña localizados en distintas regiones del país tienen nombres indígenas. Algunos ejemplos son las sierras de Acaraí, Bodoquena, Canastra, Ibiapaba Espigão, Geral, Imeri, Pacaraíma, Parecis, Contamana, Caparaó, Tabuleiro,Tumucumaque o Tumuk Humak, Mar y Mantiqueira. La cumbre más alta es el Pico da Neblina, ubicada en la Sierra do Imeri, en el norte del Amazonas y frontera con Venezuela, con 2.993,78 msnm. El área es protegida por el Parque Nacional do Pico da Neblina y también se encuentra en tierras de los indios ianomâmis. La segunda cumbre está en la misma región.

Otra parte de las cumbres se localizan en el sudeste del país - la región más poblada e industrializada-, y forman parte del más amenazado bioma brasileño: la Foresta Atlántica. Son el Pico da Bandeira – con 2.891,98 msnm, Pico do Cruzeiro, Pico do Calçado, Pico do Calçado-Mirim,  Pedra da Mina y  Pico das Agulhas Negras, con 2.792,66 msnm, en la Sierra da Mantiqueira, dentro del Parque Nacional do Itatiaia, el primer parque nacional creado en Brasil en 1937.

Hay importantes puntos de contacto entre el primer parque brasileño, la Foresta Atlántica y la política nacional para las montañas. El año 2012 es muy oportuno para esta reflexión.

Veinte años después de la Cumbre de Río, que logró el capítulo XIII de la Agenda 21, y diez después del Año Internacional de las Montañas, es posible finalmente identificar algunos pasos de Brasil hacia la construcción de una política para las montañas.

La creación del Parque Nacional de Itatiaia, en 1937, aunque motivada mucho más por la belleza del escenario natural que por la diversidad biológica, puede ser considerada la primera acción de Estado para la protección integral de una región de montaña a medio camino de las importantes ciudades de São Paulo y Río de Janeiro, aun cuando esta ciudad era la capital del país. Así, no por casualidad se ha realizado justo en Itatiaia, en 2002, por iniciativa de organizaciones de la sociedad civil, el Seminario de Movilización Nacional por los Ecosistemas de Montaña, que posibilitó el encuentro de muchas iniciativas en el tema y resultó, además, en la Carta por las Montañas. Destaca también la realización de los encuentros de Parques de Montaña, en 2006 y 2012, con importante protagonismo del Parque Nacional da Serra do Órgãos, los gobiernos federal y estatal de Río de Janeiro, además de organizaciones de montañismo.   

Otras acciones de gobierno fueron: La Ley Forestal 4771/1965 recién substituida por la polémica (y todavía en discusión) Ley 12.651/2012  y la Ley de la Foresta Atlántica. La Ley Forestal protege integralmente todo lo que se encuentra arriba de 1.800 msnm y la legislación de Foresta Atlántica complementa esta protección con rigurosos criterios para preservar el poquísimo 8% que queda de lo que fue esta gran foresta, casi todos en ambientes de montaña que producen agua para millones de personas. 

En 2010, de una manera mucho más específica, el Consejo Nacional de Biodiversidad (Conabio) determinó la realización de un seminario para la elaboración del Programa Nacional de Investigación y Conservación en Ecosistemas de Montañas. Coordinado por el Instituto de Pesquisas Jardim Botânico do Rio de Janeiro, el encuentro logró reunir a un importante grupo de expertos y concretar acciones. Pocos meses antes, en el mismo año, fue aprobada la Resolución 423 Conama (Consejo Nacional del Medio Ambiente) dedicada a los Campos de Altitud (ambiente similar a los páramos).

Mucho más recientemente, la puesta en marcha del Pabellón de Montañas, en la Cumbre Rio+20, posibilitó importantes encuentros en los cuales se fortalecieron alianzas y compromisos. Altamente significativo para las montañas brasileiras fue la participación de Carlos Minc, ex-ministro de Medio Ambiente de Brasil y actual secretario en el Estado de Rio de Janeiro, quien declaró la intención gubernamental de integrarse a la Alianza por las Montañas.

Los 20 años que han pasado desde 1992 han traído avances, pero hay que reconocer que éstos son inferiores a las necesidades y expectativas.  El muy discutido, trabajado y bienvenido Programa Nacional de Investigación y Conservación en Ecosistemas de Montañas de Brasil todavía no es un documento público y tampoco se ha consolidado como política pública.  Las recientes modificaciones en la Ley Forestal reducen las protecciones de los bosques y, sobretodo, reducen las obligaciones de recuperación de las áreas deforestadas, incluso en ambientes de montaña.

Las notas positivas son la creación de nuevas áreas protegidas de montaña por el Estado de Río de Janeiro, además de un importante incremento en las reservas privadas. Programas de pago por servicios de ecosistema, en distintas partes del país, aunque en pequeña escala y con metodologías variables, anuncian una alianza que podrá integrar los intereses privados con una más efectiva protección de forestas y montañas.

Mientras no se formaliza una política nacional, las acciones de sectores del Gobierno y de la  Sociedad civil siguen avanzando, y así, por ahora, se va haciendo el camino. 

 

Autor: Luis Felipe Cesar, periodista, especialista en gestión ambiental, director de la ONG Crescente Fértil, secretario ejecutivo del Mosaico de Áreas Protegidas da Serra da Mantiqueira, ex-presidente de la Agência do Meio Ambiente de Resende del Estado de Río de Janeiro, Brasil.

Email:  Felipe@crescentefertil.org.br

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