Tras la pista del oso de anteojos: Especie de la que depende la conservación del agua en los páramos de Cundinamarca

Jueves, 1 Octubre, 2015 - 16:04

La Fundación Wii, la Corporación Autónoma del Guavio (Corpoguavio) y el Acueducto de Bogotá trazaron un proyecto que va hasta el 2016 para la conservación de esta especie en nueve municipios de Cundinamarca. De ella dependen la conservación del agua en los páramos y la biodiversidad que allí habita.

Algunos científicos tienen la hipótesis de que cuando los animales están al borde de la extinción, se amontonan en un mismo espacio. Eso le está pasando al oso de anteojos u oso andino en la zona de amortiguación del Parque Chingaza, represa que aporta el 85 % del agua a Bogotá.

“En los municipios de Junín y Gachetá en Cundinamarca vemos que la especie se encamina a la extinción local. Aquí la densidad de población es muy alta para bosques con tan mala calidad”, dijo Daniel Rodríguez director de la Fundación Wii, “la imagen es muy triste: huirle a la desgracia aglutinándose en un mismo lugar”, comentó.

Wii traduce oso en lengua embera katío y es una organización que desde el 2001 se dedica a la conservación de la especie en Colombia. Esta vez mediante un proyecto entre la Corporación Autónoma del Guavio (Corpoguavio) y el Acueducto de Bogotá encontraron 17 osos, cada uno con sus manchas diferenciadoras, algunas crías, jóvenes y adultos. De ellos, once son machos y seis son hembras y se distribuyen en un territorio relativamente pequeño. “Eso nos hace pensar: ¿por qué tantos, si la calidad del bosque es pésima?”, aseguró Rodríguez.

Mediante otros estudios en la zona y a través de 120 cámaras trampa los investigadores de Wii se dieron a la tarea de seguirles los pasos a estos gigantes, encontrar las oseras o cuevas donde las hembras paren a los oseznos, mirar donde se revuelcan en el barro, qué comen, cuánto caminan, qué otras especies comparten su territorio. Cada municipio cuenta con cerca de 15 cámaras que están ubicadas a 750 metros de distancia y repartidas por las poblaciones de Sesquilé, Guasca, La Calera, Choachí, Fómeque, San Juanito, El Calvario y Junín.

Cuando identificaron los sitios más concurridos, instalaron dos trampas que lucen como unas cajas metálicas verdes del tamaño de una nevera y que se activan cuando el oso entra engañado por una carnada. Mediante esta técnica capturaron a cuatro individuos, de los cuales dos fueron marcados con collares de telemetría. “Usamos una marca de collar que se llama Iridium. El collar se manda a programar, calcula una posición cada dos horas, envía una localización, vale 5 mil dólares y la señal unos 30 euros mensuales”, explicó Daniel Rodríguez, director de Wii. Esos collares se perdieron porque o bien los osos se los quitaron o porque se mojaron en las lagunas donde se bañan. No obstante, uno de ellos sirvió para analizar 750 datos en 45 días.

Estos animales pueden llegar a medir entre 1,30 y 1,90 metros de altura y pesar, en promedio, entre 60 y 125 kilos. Es el único oso nativo de Suramérica y el único remanente de las 13 especies de cara corta que aparecieron en el mundo hace 2.5 millones de años. Su hogar son los bosques húmedos de las cordilleras, los páramos y algunas zonas semiáridas. Se mueven entre los 3.200 metros de altitud hasta las orillas del mar. Y en Colombia las mejores poblaciones se encuentran en el piedemonte Amazónico y Pacífico. El problema es que allí ha sido imposible monitorearlos, por los problemas de conflicto armado y los extensos cultivos de coca.

Además, los ecosistemas de bosques andinos y páramos sufren los niveles más altos de transformación y fragmentación ocasionada por el incremento de la frontera agropecuaria, el desarrollo de megaproyectos como hidroeléctricas, embalses y vías. Entonces, los bosques de hoy son pequeños parches atravesados por montones de carreteras que rompen las cordilleras.

Originalmente esos hábitats eran ricos en vegetación. El oso tenía una dieta amplia y comía entre 400 y 500 especies de plantas diferentes. Su principal fuente de alimentación son las lauráceas y otras frutas que ya no son abundantes en el bosque. Por ejemplo, los frutos de los laureles, cauchos, ficus y robles representaban una buena dosis de proteína y grasa. Pero todas ellas son finas maderas que fueron devastados por el hombre para la construcción.

Los osos empezaron a perder peso y les tocó echar mano de vacas, gallinas y bromelias. “Hoy les encanta escarbar troncos viejos buscando mojojoy o chizas, frutas, cortezas de árboles, hojas, tubérculos y raíces”, cuenta Adriana Reyes, coordinadora del proyecto de la Fundación Wii.

Ese deterioro del hábitat explica las dos preocupaciones centrales de los funcionarios de Wii y Corpoguavio. La primera es el bajo peso que tienen los osos, sobre todo las hembras, y la segunda, la ausencia de oseznos en la captura de las mamás. Basta ver la diferencia de pesos entre los dos sexos para comprenderlo: en la trampa cayeron dos hembras de 39 y 36 kilos, y dos machos de 140 y 130 kilos.

La literatura dice que la hembra del oso andino es 10 % más pequeña, “pero los datos de las hembras que hemos capturado acá tienen una diferencia del 70 %”, cuenta Adriana Reyes de Wii. Sumado a esto, mientras un macho camina 49 mil hectáreas por día, una hembra recorre sólo 14 mil. Por eso, el contraste de su alimentación es abismal. El macho puede buscar más comida que la hembra. El macho es polígamo y se puede mover en un terreno amplio, mientras la hembra debe permanecer sola y cuidar de los ositos, quienes permanecen a su lado hasta los dos o tres años de edad, cuando sienten la fuerza suficiente para partir.

El oso cumple una función clave en los páramos y bosques, porque es dispersor de semillas. “Su protección y la de los ecosistemas en los que habita, significa la conservación de otras especies de flora y fauna altamente estratégicas. Estos ecosistemas nos proveen un gran número de bienes y servicios ambientales”, sostuvo Padú Franco, director de World Conservation Society (WSC) Colombia, organización que en compañía de Argos y Parques Nacionales lanzó la semana pasada un proyecto para la conservación del oso durante los próximos cinco años con una inversión de 5 mil millones de pesos.

“Estos planes de conservación del oso están diseñados para pensar la relación del oso con la gente”, dijo Rodríguez de Wii mientras presentaba su proyecto a la vereda La Concepción de Guasca. La idea de Wii es hacer un monitoreo participativo en el que la información se comparta entre quienes habitan el territorio y aquellos que investigan. “De esa manera, la especie será vista como una oportunidad y no como una amenaza”, comentó Hermes Méndez, funcionario de Corpoguavio que ha visto al oso diez veces y lo ha fotografiado con su cámara Sony Smile Shotter.

Hermes camina con soltura por el páramo. Recorre los recovecos que deja el oso. Muestra los rascaderos sobre los árboles, las grandes huellas redondas sobre la tierra húmeda, los pelos gruesos y negros. Acaricia las hojas verde pálido de los frailejones y los sietecueros florecidos de morado. Pisa las puyas, unas plantas altas y espinosas que el oso ya comió y dejó esparcidas y desordenadas en el suelo. Cruza por una quebrada helada que suena como un crujido constante. Y ahí parado sobre la quebrada llevándose un poco de agua a la boca reflexiona: “Es que donde hay osos, hay agua”.

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