Páramo Sumapaz pierde la guerra en Colombia

Mercredi, 7 Novembre, 2007 - 00:00

El páramo de Sumapaz en Colombia viene sufriendo graves atropellos en manos de los paperos, que con la ampliación de la frontera agrícola, talan, queman y siembran en este ecosistema tan vulnerable y reserva de agua del país. Se ha constatado que 200 hectáreas de vegetación han sido destruidas para un cultivo comercial destinado a las papas fritas.

Adjuntamos el artículo del diario El Tiempo de Colombia, titulado "Sumapaz pierde la guerra" donde se hace un análisis y reporte de los hechos hasta el momento. Los invitamos a leer el artículo completo y dejar sus comentario el la Web del diario.




Diario El Tiempo


Sumapaz pierde la guerra


05 de Noviembre del 2007

Colombia




Hay calamidades visibles y calamidades invisibles. La avalancha de granizo que se precipitó el sábado sobre Bogotá y convirtió la céntrica avenida 26 en un río de agua y hielo digno de Oslo o Moscú, pertenece a las primeras (ver siguiente editorial). Lo que está pasando en silencio en el páramo de Sumapaz, es de las segundas.


El Sumapaz, ese gran páramo y parque nacional de 212.000 hectáreas -el más grande del mundo- que comparten 12 municipios de tres departamentos y una localidad de Bogotá, es víctima de una extraña paradoja: la paz lo ha puesto en grave peligro. Desde que dos batallones de alta montaña -Sumapaz y Águilas- fueron instalados allí, el control histórico de las Farc sobre ese estratégico corredor entre el Llano y la capital se redujo notablemente. Ida la guerrilla, llegaron los paperos, un ejército que no mata ni pone bombas pero que, con tala, quema y siembra, libra una guerra feroz contra una de las reservas de agua más importantes del país.


Y el páramo está perdiendo esa guerra. Hace poco, se constató que 200 hectáreas de vegetación entre Pasca y Arbeláez fueron destruidas para un cultivo comercial destinado a papas fritas. En el verano, se quemaron 1.000 hectáreas para ganadería. Y los cultivos de papa estarían subiendo en Usme, San Bernardo y Pasca, arriba de los 3.000 metros de altura. Se sospecha que los cazadores contribuyen a las quemas, con fogatas mal manejadas. Gracias a la seguridad, el turismo ha aumentado, pero, sin control, añade basuras y contaminación en zonas como las lagunas Negra y Larga.


Un embate difícil de enfrentar no solo por la debilidad del Estado -el parque del Sumapaz cuenta con apenas siete funcionarios-, sino por una compleja gobernabilidad. Aunque la autoridad es la Unidad de Parques de MinAmbiente, en la zona de amortiguación (clave para la supervivencia del ecosistema amenazado) y en la parte de páramo que no pertenece al parque tienen jurisdicción tres corporaciones autónomas regionales, tres departamentos, los 12 municipios y el Distrito. Es mínima la capacidad de control y pobre el conocimiento del estado del páramo, de la ocupación y la tenencia de la tierra, y aún hay zonas a las que es riesgoso llegar.


Este no es un problema único del Sumapaz. Chingaza, la otra gran reserva de agua de Bogotá, también enfrenta riesgos. Al otro lado del país, el Macizo Colombiano, ese gran nudo montañoso que alberga unas 200 lagunas y donde nacen más de 50 ríos, como el Magdalena, Cauca, Patía y Caquetá, también tiene su muerte anunciada hace años, por la siembra de amapola y papa y por la ganadería.


Las soluciones no son un misterio. Lo que se requiere es decisión y fondos. El ministro Juan Lozano anunció un aumento importante en el presupuesto de parques y ha dado prioridad a la protección de los páramos. Esta pasa por una intervención en cuatro niveles.


A escala local, lo primero es aplicar el plan de manejo del parque, ganar capacidad para multar y expulsar a los transgresores y regular el turismo. A nivel regional y nacional, es clave resolver los líos de gobernabilidad de la zona y definir una política de conservación y manejo clara y coordinada para las zonas de amortiguación. No hay que olvidar que los páramos son un patrimonio andino y, aunque cada uno es distinto, hay planes y políticas que están en marcha (la Estrategia Regional de Biodiversidad, la Agenda Ambiental Andina), en las que Colombia debe tener liderazgo y dar ejemplo. Y, a escala global, hay que aprovechar instrumentos íntimamente relacionados con la protección de los páramos en el Convenio de Diversidad Biológica y la Estrategia de Humedales de la Convención Ramsar.


Páramos como el de Sumapaz son vitales. El agua que consumimos viene de allí. Permitir hoy la tala para sembrar tubérculos o poner vacas es condenarnos a la sed mañana. Con lo avanzado allí en una guerra -aquella contra las Farc- sería inadmisible perder la otra, la de salvar al páramo para la vida.


Redactor de EL TIEMPO

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