Opinión: La geografía de la pobreza en Colombia

Monday, 14 January, 2013 - 09:16

Por Fernando Herrera Araújo

 

Cuando se habla de pobreza y de las poblaciones que sufren dicho flagelo, tendemos a pensar en los lugares más alejados de los principales centros de producción económica.

En Colombia hay cerca de 16 millones de pobres. Con el fin de definir la asignación de recursos, diseñar políticas diferenciales y facilitar la construcción de alianzas para erradicar la pobreza, es importante identificar dónde están los pobres.

Generalmente, cuando se habla de pobreza y de las poblaciones que sufren dicho flagelo, tendemos a pensar en los lugares más alejados de los principales centros de producción económica. Sin embargo, trabajos recientes en el tema han acuñado la expresión “la paradoja de la pobreza”, la cual se refiere a que, actualmente, la mayoría de las personas pobres realmente no vive en los países más pobres. Los trabajos mencionados encuentran que cuatro quintos de la población que vive con menos de US$2 diarios están viviendo en países de ingresos medios.

 

Latinoamérica no es la excepción.

El 60% de los pobres está en solo 3 países: Brasil, México y Colombia. Ciertamente no los más pobres del continente, sino, más bien, entre los mayores generadores de riqueza en la región. ¡Esa es la paradoja! En Colombia la situación tiene rasgos similares: el departamento que tiene el mayor número de población en situación de pobreza es Antioquia, con 1’800.000 pobres. Bastante más que el segundo, que no sorprende, el Valle del Cauca, con 1’328.000 personas y casi duplica a Bogotá, que tiene mayor población, pero solo 977.000 pobres. En el Caribe colombiano, de sus 8 departamentos, el segundo con mayor número de pobres es el más rico: Atlántico, con 886.000.

Desde el punto de vista de incidencia de la pobreza, son otros departamentos los que albergan la mayor parte de la población que sufre este flagelo. Los datos muestran a Chocó, Cauca, Córdoba y Magdalena como los cuatro más pobres del país. En estos cuatro departamentos viven cerca de 2’800.000 pobres, mientras que en Antioquia, Valle, Bogotá y Atlántico habitan casi el doble: 4’991.000. Esta heterogeneidad social y económica del país debería influir en la toma de decisiones para combatir la pobreza.

Para empezar, es diferente la realidad institucional en cada uno de estos territorios, y si seguimos al Nobel Douglas North, o un libro mucho más reciente, el de Acemoglu y Robinson Por qué fracasan los países, queda claro que lo que importa son las instituciones, y bien diferentes que estas son en los departamentos del país. Una cosa es el Chocó y otra el Chicó, como hace unos años dijo un editorial de El Tiempo. Antioquia tiene una institucionalidad mucho más desarrollada –capacitada, estable– que los departamentos con mayor incidencia de pobreza.

En este sentido, se deben diseñar políticas diferenciales –dado que los aliados en los gobiernos locales tendrán características diferentes– desde la cantidad y preparación de sus funcionarios, hasta los medios financieros, experiencias y estructura de toma de decisiones.

El sector privado en unos y otros territorios igualmente es distinto; las organizaciones sociales y el control que se puede ejercer sobre el gasto público también tienen niveles diferentes.

Combatir la pobreza en departamentos heterogéneos obliga a pensar soluciones acordes a cada uno de los escenarios. Nos exige estrategias distintas, proyectos diferentes y aliados diversos.

La segunda gran decisión tiene que ver con la asignación de los recursos, ¿para dónde se va la plata?, ¿dónde hay mayor pobreza o dónde hay mayor número de pobres? Es una disyuntiva muy complicada, aunque debo aclarar que no es de carácter excluyente.

A nivel internacional hay un gran debate para que los países cooperantes sigan dando recursos a países de ingresos medios, dado que proponen solamente apoyar a los países pobres.

En Colombia, si los recursos se asignan con el método perverso de la “proyectitis”, los departamentos con mayor capacidad institucional –léase, con mayor posibilidad de presentar proyectos– se llevarán la tajada más grande, perpetuando así condiciones de pobreza en los más atrasados.

En cualquier problema de asignación de recursos hay costos de oportunidad. En este escenario, el Gobierno y los organismos interesados en reducir la pobreza se enfrentan a la disyuntiva entre usar sus recursos en departamentos, que en términos económicos no son pobres, sus tasas de población en pobreza son relativamente bajas pero tienen un gran número de personas pobres –como es el caso de Antioquia–, o usar los recursos en departamentos que tienen bajos ingresos, altas tasas de pobreza pero un número de pobres bajo si se compara con los primeros departamentos, como es el caso de Chocó.

Finalmente, aunque no menos importante, es el punto relacionado con la construcción de alianzas en los departamentos. Es bien conocido el papel que las alianzas juegan en la implementación de estrategias para la superación de la pobreza. Aquí también se encontrarán estrategias territoriales diferentes, dado el nivel de desarrollo del sector privado y de los aliados sociales.

El PNUD, entendiendo esta situación, está trabajando con el Gobierno Nacional, con gobiernos locales, con empresarios y organizaciones sociales, en dos grandes frentes: apoyar el diseño de políticas públicas, estrategias y proyectos para el logro de los Objetivos de Desarrollo del Milenio que deben lograrse para el 2015, y el impulso de una estrategia de desarrollo económico incluyente para que los más pobres y vulnerables puedan ejercer su derecho al trabajo decente.

 

Fernando Herrera Araújo. Coordinador Área de Pobreza y Desarrollo Sostenible  Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo.

 

Fuente: Portafolio.co

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