Variabilidad climática en el Norte Chico de Chile

Thursday, 16 May, 2013 - 11:32

El clima es, ha sido y será intrínsecamente variable con distintos grados de intensidad y periodicidad.  Distintos factores han sido identificados como causa “natural” de la variabilidad “geológicamente reciente” del clima, desde las grandes oscilaciones orbitales de nuestro planeta en torno al sol, en escalas de decenas de miles de años, hasta la dinámica interna del sistema océano-atmósfera-tierra  en escalas que van desde meses hasta decenas de años. 

 

Actualmente, la superposición de factores de período largo da una resultante neutra, lo que indica que en las próximas décadas cobrarán una importancia decisiva los factores antropogénicos (“Antropoceno”).  Dentro de este escenario se inscribe al menos una parte del calentamiento global, producto del sostenido aumento en la concentración atmosférica de gases de “efecto invernadero”, que se genera esencialmente por la quema de combustibles fósiles, hasta ahora los más baratos, que demanda el modelo actual de “desarrollo” en nuestro planeta.

 

El estudio del clima presente y pasado descansa sobre sólo algunos cientos de años con registros instrumentales, a lo que se agrega registros históricos que se remontan a algunos miles de años. Sobre esto último, los registros paleo-climáticos en sedimentos terrestres (lacustres  y marinos),  vegetación (polen, anillos de árboles), testigos de hielo y otros, han significado una importante contribución, puesto que han cubierto un pasado que se extiende a algunas decenas de miles de años.

 

El estudio del  clima futuro, además de la posibilidad de establecer “análogos” con situaciones en el pasado remoto, se basa en resultados de simulaciones con modelos numéricos  del clima que intentan reproducir todas las complejidades de la interacción atmósfera-hidrosfera-criósfera –biósfera  en escalas de las decenas de años. La amplia dispersión, aun existente, en los resultados de algunas decenas de estos modelos climáticos globales, ha llevado a considerar sólo resultados del conjunto de ellos (promedios y variabilidad media), tarea que ha estado en manos del Panel Internacional del Cambio Climático (en inglés IPCC).

 

Los resultados de los modelos globales de simulación del clima se “aterrizan” a una región en particular mediante modelos regionales que se “anidan” en los globales.  Para el caso de Chile, estudios realizados en 2007 por el Departamento de Geofísica de la Universidad de Chile para la CONAMA por Humberto Fuenzalida y colaboradores, sugieren para las regiones de Atacama y Coquimbo,caracterizadas por profundos valles transversales entre los Andes y el Pacífico,  una reducción general de las precipitaciones y un aumento creciente en las temperaturas del aire cerca de la superficie a medida que nos acercamos a  las zonas altas.

 

Estos dos factores, considerados en conjunto, no sólo implican una reducción de los caudales medios de los ríos, sino también una anticipación en el derretimiento de la nieve y hielo, aumentando así la duración de la estación seca, que es la de mayor consumo de este vital elemento particularmente en la agricultura y el turismo. Por otra parte, una mayor temperatura del aire en las zonas altas implica mayores pérdidas de agua por sublimación/evaporación, además de favorecer el derretimiento acelerado de glaciares. 

 

Entre otras perspectivas climáticas que nos ofrecen los modelos de simulación del clima bajo cualquier escenario de aumento de la concentración de gases con efecto invernadero, está el aumento en la intensidad de eventos hidro-meteorológicos extremos. En este contexto, además del efecto devastador de sequías más intensas, fuertes lluvias concentradas en poco tiempo implicarían una fuerte erosión con probabilidad de inundaciones y aluviones.

 

Además de la conclusión trivial: extremar el cuidado de agua promoviendo una cultura y prácticas de uso eficiente  centradas en el hombre y sus subsistencia,  es necesario realizar nuevos estudios para entender mejor la variabilidad de otras fuentes como las lluvia de verano en el sector altiplánico suroccidental y del potencial de extraer agua de las nubes (camanchacas) en la zona costera.

 

Aunque en general los resultados recientes de modelos de simulación climática parecen también indicar una reducción de las precipitaciones estivales en estas regiones hay una importante variabilidad espacial y temporal asociada a otros mecanismos “naturales” que pueden enmascarar esta proyectada tendencia. En efecto los resultados de modelos de simulación de las lluvias para las próximas décadas en Bolivia muestran una dispersión importante. Sin ir más lejos, a pesar de estar en una condición de El Niño neutra, en el verano austral recién pasado, las precipitaciones  altiplánicas en el sector chileno fueron abundantes (inundaciones en San Pedro de Atacama), registrándose también en la parte alta del Elqui (embalse La Laguna a 3100 m.s.n.m.) una precipitación tres veces superior al promedio en los tres primeros meses de este año (información de la Dirección General de Aguas DGA, Coquimbo). Estas precipitaciones estivales afectaron incluso a Santiago durante enero, cuando se interrumpió por varios días el suministro de agua potable de la capital.

 

Junto con un estudio más detallado de los mecanismos forzantes de períodos de alta  precipitación estival en este sector, parece razonable considerar un incremento en la capacidad de almacenar allí el agua para regular la alta variabilidad interanual esperada.

 

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