La Diversidad Biológica y nuestros pactos por las Cuencas

Wednesday, 22 May, 2013 - 15:53

por Andrés Felipe Betancourth López

Quizá para muchos sea desconocido el hecho que el 22 de mayo se ha escogido globalmente para celebrar el Día Internacional de la Diversidad Biológica. Quizá se deba, en parte al menos, a que es una conmemoración que apenas alcanza 20 años de haber sido establecida, pero que apenas desde el año 2000 se ubica en la fecha de hoy, como conmemoración del día en que fue aprobado el texto final del Convenio sobre Diversidad Biológica, por parte de la Asamblea General de las Naciones Unidas.

Más aún, es poco conocido que cada año la conmemoración alude a un tema particular, que para 2013 es “Agua y Biodiversidad”, en correspondencia con la celebración general del año 2013 como el de la “Cooperación en la Esfera del Agua”.

Pero para quienes trabajamos en temas relativos a la gestión de cuencas, una conmemoración como la de hoy no puede pasar inadvertida. Por muchos años, como consecuencia de una manera reduccionista de analizar e interpretar nuestros contextos, las investigaciones y propuestas de intervención en materia de biodiversidad, transcurrieron por vías distintas de las propuestas que trabajaban por la gestión del agua. En el tiempo reciente, el trabajo en cuencas hidrográficas ha permitido que se encuentren en los mismos escenarios de análisis las variables que se ocupan del entendimiento de la dinámica de los ecosistemas y su incidencia en la dinámica hidrológica. Desde ahí, hemos empezado a entender cómo las coberturas forestales son determinantes en la regulación del ciclo hidrológico, lo cual justifica su conservación y restauración.

Sin embargo, no solo la cobertura forestal primaria tiene relación con el ciclo del agua, y en consecuencia no es la única dimensión de la biodiversidad para atenderse. Nuestras cuencas también tienen una importante dotación en agrobiodiversidad, en estrecha relación con las comunidades humanas, también diversas y ricas, como parte de nuestra oferta natural para cimentar la construcción del desarrollo.

Celebrar el día de la diversidad biológica no puede abstraerse del reconocimiento de nuestra riqueza natural y nuestra privilegiada dotación de recursos naturales, pero tampoco puede obviar la reflexión sobre el inadecuado uso que hacemos de dicha riqueza, que también se refleja en el inadecuado uso del agua, otra riqueza natural en cierta medida desperdiciada.

Procesos como los Planes de Acción Integral de las cuencas de los ríos La Miel y el Guarinó, y los Pactos por las Cuencas del río Chinchiná, apuestan por un mejor conocimiento de nuestra dotación natural, pero para promover mejores formas de uso, de donde se deriven beneficios económicos y sociales que se distribuyan de manera equitativa.

No podemos esquivar nuestros compromisos, desde todos los sectores, para que las diversas formas de vida, los distintos ecosistemas y los ciclos naturales, incluyendo el del agua, mantengan el equilibrio que garantice su funcionalidad ecológica. Pero mucho menos debemos olvidar nuestro compromiso social, que debe orientar nuestros esfuerzos de manera que dicha funcionalidad ecológica se refleje en el mejor aprovechamiento de nuestra oferta natural, pero que al tiempo contribuya a disminuir las brechas sociales que se originan en buena medida en las inequidades en el acceso a los recursos naturales. No podemos hablar de la diversidad y la conservación de los recursos biológicos si al tiempo no ratificamos nuestro compromiso con el cuidado y bienestar de una de las principales formas de vida sobre la tierra: la vida humana.

 

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