Desarrollo rural, cambios climáticos y prácticas ancestrales
En los países Andinos, cada año, nuestros gobiernos se jactan de invertir más que el anterior en proyectos de desarrollo rural. Las inversiones que realizan las organizaciones no-gubernamentales en este ámbito tampoco son pocas. Sin embargo, en práctica, no podemos ver resultados positivos de tanta inversión. La migración rural hacia sectores urbanos se ha acelerado. Se ha deteriorado terriblemente las condiciones socioeconómicas de los que quedan en el campo. Las condiciones ambientales en zonas rurales son cada vez peores.
La razón para tal deterioro es porque no enfocan estas inversiones hacia las necesidades prioritarias de cada actor involucrado en el desarrollo rural. ¿Quiénes son estos actores y cuáles son sus problemas principales?
La madre tierra es el actor primordial en cualquier obra de desarrollo, porque el deterioro de su ambiente afecta a todos los seres vivos. Sin embargo, las inversiones de mayor envergadura en zonas rurales se enfocan en la extracción minera, maderera y petrolera, así como las represas hidroeléctricas y carreteras. Todos conocemos bien que sus impactos ambientales nunca han sido positivos.
Nos consideramos la sociedad rural como el segundo actor más importante. Los proyectos u obras en zona rural deben priorizar la cohesión social, respetando la organización comunal y reforzando los lazos entre familias. Sin embargo, aún en los proyectos educativos o de salud, donde el bienestar de la sociedad es el resultado esperado, no se priorizan la cohesión entre los actores rurales. Más bien dividen la sociedad, dando importancia a actores extraños u institucionales, sin valorar los conocedores y conocimientos locales. En proyectos grandes de infraestructura, las supuestas 'acciones de responsabilidad social' hacen depender a los comuneros de fondos externos para realizar cualquier actividad pública, y así destruyen las formas de trabajo colaborativo que existían.
Otro sector importante de la sociedad rural es de sus emprendedores: los pequeños comerciantes, agricultores, artesanos etc. Ellos son los que abastecen directamente la comunidad y la prosperidad de su propia economía apoya mucho al desarrollo de la localidad. Los proyectos de desarrollo con recursos públicos no pueden apoyar a los individuales directamente, sin embargo deben dar prioridad a sus productos para que ellos puedan mejorar la calidad de sus servicios. Cuando los proyectos se abastecen de proveedores de las ciudades grandes, como suele ocurrir normalmente, se lograrán tal vez las metas inmediatas, pero los propósitos no serán sostenibles a largo plazo.
Las instituciones locales, incluyendo el gobierno local, también son actores importantes en el desarrollo rural. Cuando ellas traen a la comunidad recursos externos, muchas veces esos fondos llegan sin que la población rural conozca o se participe en cómo se los invierten. Los beneficiarios también se olvidan de exigir a las instituciones que rindan cuentas sobre su inversión. Otros se resignan, diciendo que 'se hacen, aunque roban'. Por ello, antes de desarrollar las capacidades y facilidades rurales, se requiere mejorar mucho la transparencia de estas instituciones.
Los técnicos o extensionistas locales actúan como intermediarios entre las instituciones y la población rural. Ellos tienen un rol importante para evitar que instalen tantos elefantes blancos en las comunidades. Nos parece que se requiere capacitarles, primero para ganar la confianza de la población, demostrando su disposición para colaborar con ella. Deben escuchar la opinión de todos, especialmente de los más vulnerables, en vez de portarse como el 'dueño' del proyecto, ordenándoles a que cumpla con sus requisitos.
Cambios Climáticos
Ya desde hace más de una década, los científicos nos dicen que la temperatura promedio anual sigue subiendo lentamente, cada vez rompiendo el record que estableció el año anterior. Eso significa que todos los seres vivos- humanos, animales y plantas- cada año demandarán más y más agua para consumir, como tomamos más agua en un día más caluroso. Se evaporará más agua del suelo y de los lagos, ríos y mares. Además, los glaciares -el 'banco' de agua dulce del planeta, desaparecerán poco a poco.
La lluvia no demuestra una tendencia clara de aumento y de disminución a nivel mundial. Pero las sequías suelen ser más largas. Cuando llueve, su intensidad suele ser más fuerte que antes. Además, se están cambiando las temporadas normales en que cada región recibía sus lluvias. Como resultado acumulativo de estos cambios, en el futuro necesitaremos más agua de riego; reducirán los niveles de los reservorios; se erosionará más el suelo, cuando llueve; y se aumentará los daños por el desbordamiento de los ríos.
En este tipo de crisis climática, podrá durar por varias generaciones de la vida humana, afectando a todo el mundo. Y no podemos esperar que lleguen apoyos externos para salvarnos. Eso nos obliga a adaptarnos y convivir con los cambios.
Prácticas ancestrales para el desarrollo rural
Proponemos las prácticas ancestrales como la mejor herramienta para adaptarnos a los cambios climáticos. Nuestros ancestros, en sus prácticas cotidianas, utilizaban los recursos que disponían localmente, y observando agudamente cómo funciona la naturaleza, hacían experimentos para mejorar su forma de vivir. Hoy, en cada zona geográfica, nos hemos heredado las mejores prácticas que dieron resultados positivos en sus pruebas milenarias.
Podemos analizar sus prácticas de crianza de agua para entender su forma de convivir con la naturaleza. Ellos pronosticaban a largo plazo el clima de cada valle usando las señas de los astros, los fenómenos climáticos, las plantas y los animales. En sequías largas, lograron disponer de agua mediante rituales o captándola de la niebla. Cuando llueve, captaban y almacenaban agua sin desperdiciar ni una gota. Preferían almacenarla dentro del suelo, porque acoplaba con sus prácticas agrícolas y no costaba nada adicional. Recargaban las aguas subterráneas intencionalmente porque conocían sus bondades, especialmente para las zonas secas, y las captaban mediante técnicas ingeniosas. Aprovechaban al máximo el agua ya captada, conservándola hasta la siguiente lluvia, sin contaminarla. Sus lecciones sirven no solamente para el campo agrícola, sino también para la ciudad moderna.
Para aplicar estas técnicas, no busquemos recetas: entendamos las razones por su éxito en el ámbito original, y las adaptamos en climas y geografías diferentes, modificándolas y realizando experimentos a pequeña escala. Eso sería el mejor homenaje póstumo a esos excelentes investigadores del campo.
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