El cambio climático podría desbalancear los nutrientes del suelo

Tuesday, 3 December, 2013 - 08:38

Por Fundación Agreste, corresponsal de InfoAndina

Un estudio del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria de la Argentina (INTA) y el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas de la Argentina(CONICET), determinó que las variaciones térmicas alteran los ciclos del carbono, fósforo y nitrógeno, con un efecto negativo en la producción de alimentos.

En los ecosistemas terrestres, la interrelación entre diferentes procesos es clave para que no se degraden y la producción se mantenga. El estudio de INTA y CONICET, publicado recientemente en la Revista Nature, demuestra que las variaciones en las temperaturas del planeta afectan el acoplamiento de los ciclos de tres nutrientes: carbono, fósforo y nitrógeno, fundamentales para las plantas y los organismos que los habitan.

Para Mario Gabriel Gatica, becario doctoral del CONICET en la Universidad Nacional de San Juan y uno de los autores del artículo, hacia el final del siglo XXI se incrementarán las zonas áridas y semiáridas, que ocupan un 40% de la superficie terrestre y proveen alimentos, madera, biocombustibles y almacenamiento de carbono, entre otros productos y servicios, al 38% de la población mundial. Ese aumento provocaría un desbalance de los ciclos de carbono, nitrógeno y fósforo, con un “efecto alarmante” en los servicios ecosistémicos a mayor escala.

“Al incrementar la aridez, se reduce la cobertura vegetal y la riqueza de especies como consecuencia de que el sistema no soporta mayores organismos en ese sitio. Los procesos biológicos merman y por lo tanto aumentan los físicos, que lleva a un aumento de los niveles de fósforo, mientras que se reducen los de carbono y nitrógeno en el sistema. Y ese fósforo extra se pierde al no ser capturado por las plantas”, explica Gatica.

Durante el estudio se analizaron 224 ecosistemas naturales áridos y semiáridos en todo el mundo, donde se midieron diferentes variables del suelo relacionadas con los ciclos de nutrientes, encargados de aportar fertilidad a la tierra.

Según los autores, los resultados preocupan puesto que entre los cambios que se prevén se encuentra la degradación del suelo y la desertificación lo cual representa una amenaza para los medios de vida de más de 250 millones de personas que viven en las tierras áridas.

En Argentina el 51% del territorio corresponde a regiones áridas y semiáridas y un 27% a regiones subhúmedas secas en el noroeste argentino, Cuyo, la región chaqueña y la Patagonia.

Donaldo Bran y Juan Gaitán, investigadores del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) y coautores del estudio, advierten sobre los efectos que puede generar el desbalance de nutrientes. “En ese tipo de ambientes de nuestro país la actividad humana más extendida es la ganadería extensiva sobre pastizales naturales. El aumento de las condiciones de aridez y el desbalance de nutrientes llevaría a una disminución de la fertilidad de los suelos, provocaría una menor productividad de los pastizales y, en consecuencia, una menor producción ganadera.”

Los científicos resaltan que según los resultados del trabajo publicado, el desbalance se produce de manera abrupta al pasar de ambientes semiáridos a áridos. Por lo tanto las regiones más afectadas serían las semiáridas en las que el cambio climático aumente las condiciones de aridez.

Sin embargo, los investigadores aclaran que los estudios sobre cambio climático muestran que el aumento de la aridez no sería uniforme para todas las regiones sino que habría áreas más afectadas, otras menos, e incluso algunas se podrían volver más húmedas. Por ejemplo, para la Patagonia norte algunos modelos muestran escenarios donde podría darse un ligero aumento de las precipitaciones, especialmente en las lluvias de verano y otoño.

De todas maneras esos modelos señalan un aumento de las temperaturas, con mayores incrementos en el noroeste, Cuyo y, en menor medida, en Patagonia, y esas mayores temperaturas implican mayores tasas de evaporación potencial y por lo tanto mayor aridez.

Las consecuencias pueden ser a corto plazo, pero se agravarán con el tiempo, y darán lugar a una reducción de la fertilidad del suelo y la productividad de los ecosistemas, afectando la capacidad del suelo para soportar muchos de los 2 mil millones de personas que viven en estos lugares. A largo plazo, si estos efectos continúan sin cesar, podrían ser efectivamente irreversibles.

Si bien el estudio revela la importancia de atender los efectos del cambio climático dado que estos afectan directamente a los servicios ecosistémicos, para Bran y Gaitán se pueden adoptar diferentes medidas para disminuir el impacto sobre los recursos.

Hay dos elementos claves en estos procesos, que son la cobertura vegetal y la generación de mantillo, que actuarían como mediadoras en los ciclos y balances de carbono, nitrógeno y fósforo. Por lo tanto en las regiones más amenazadas habría que evitar el sobrepastoreo, incendios y desmontes, que reducen la cobertura vegetal”.

Asimismo destacan la importancia de contar con un sistema de monitoreo que permita formular alertas tempranas y recomendaciones para la adaptación y mitigación frente a amenazas globales como son la desertificación y el cambio climático, tales como el Observatorio Nacional de la Degradación de Tierras y Desertificación, en el que ya se encuentran comprendidos 17 sitios piloto de monitoreo y evaluación, o el sistema Monitoreo Ambiental para Regiones Áridas y Semiáridas (MARAS), desarrollado por el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria.

Fuente: INTA

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