Biodiversidad: fuente importante para el desarrollo
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Por Juan Eduardo Gil Mora - Consultor en temas de gestión ambiental
Diversidad biológica es la variedad de organismos vivos de cualquier fuente, incluidos los ecosistemas terrestres y acuáticos y los complejos ecológicos de los que forman parte; comprende la diversidad dentro de cada especie, entre las especies y de los ecosistemas. La diversidad biológica incluye tres niveles o categorías jerárquicas diferentes: la diversidad genética, la de especies y la de los ecosistemas.
El estudio de la diversidad biológica o biodiversidad es uno de los aspectos clásicos de la biología. Siempre ha sido llamativo que la vida sea tan diversa y los biólogos hemos tratado de describirla y explicarla a través de la botánica, zoología, anatomía, fisiología, etología, biogeografía, paleontología, ecología, estudio de poblaciones, estadística y de otras ciencias afines.
Importancia de la biodiversidad
Los componentes de la diversidad biológica son importantes para la salud del hombre, casi todos los medicamentos, provienen de plantas y animales. La medicina tradicional forma la base de la atención primaria en salud para el 80% de la gente en los países en vías de desarrollo; la gente de la Amazonía emplea más de 2 mil especies; la medicina tradicional es hoy promovida por la Organización Mundial de la Salud, alrededor de 3 mil antibióticos incluidos la penicilina y tetraciclina, provienen de microorganismos; la cyclospirina, elaborada de hongos del suelo revolucionó la cirugía del transplante del riñón y del corazón suprimiendo la inmunoreacción. La aspirina y muchas otras drogas fueron sintetizadas primigeniamente en la naturaleza; por lo tanto, la diversidad biológica no sólo es útil hoy, sino a medida que se va descubriendo nuevas especies será útil en el futuro.
La biodiversidad produce bienes y servicios para satisfacer nuestras necesidades de aire y agua limpias, alimentos, medicamentos, ropa, materiales de construcción y protección. También produce satisfacciones como recreación, inspiración y emociones. Por todo ello, es necesario conservarla y, en casos de deterioro, restaurarla.
Uno de los servicios más destacables de la biodiversidad es el aporte de alimentos para las poblaciones rurales y urbanas. Nuestros alimentos provienen de plantas y animales domesticados y de la caza, la pesca y la recolección de plantas silvestres. En Perú, la biodiversidad es una de las fuentes primordiales de la seguridad alimenticia.
La importancia de los recursos genéticos de las plantas domésticas es cada vez mayor en lo referente a las especies y variedades silvestres de las plantas cultivadas como el maíz, papaya, papa, tomate, frijoles, tubérculos andinos y otros (cacao, achiote, vainilla, etc.). Estos recursos genéticos tienen valor económico y significan beneficios para los países que los usan, especialmente los países desarrollados que, al estar más adelantados en biotecnología, aprovechan el germoplasma de los países en desarrollo para mejorar variedades cultivadas y, en muchos casos, patentan nuevas variedades. Especies silvestres de papas y tomates, que han servido para mejorar o producir nuevas variedades, significan anualmente millones de dólares a esos países.
Perú país megadiverso
La diversidad biológica se concentra en ciertas regiones del mundo denominadas megadiversas. Por cuestiones geográficas, ecológicas y climáticas, países como India, China, Brasil, México, Perú, Indonesia, Australia, Colombia, Ecuador, Venezuela, Madagascar, Estados Unidos, entre otros, albergan en sus territorios las más altas concentraciones de ecosistemas, especies y diversidad a nivel de genes.
El Perú concentra en su territorio un gran patrimonio natural y una riqueza biológica reconocida pero cuyas dimensiones reales hasta el momento aún no han sido determinadas. Según información aportada por la Estrategia Nacional de Diversidad Biológica del Perú, nuestro país concentra 84 zonas de vida natural y 11 ecorregiones naturales, registrando, además, una gran biodiversidad de flora con aproximadamente 25 mil especies (10% del total mundial) de las cuales 30% son endémicas. Es el quinto país en el mundo en número de especies; primero en número de especies de plantas con propiedades conocidas y utilizadas por la población (4,400 especies) y, primero en especies nativas domesticadas (128 especies).
En fauna, el Perú es el primero en peces (cerca de 2 mil especies de aguas marinas y continentales, 10% del total mundial); segundo en aves (1,736 especies); tercero en anfibios (332 especies), tercero en mamíferos (460 especies) y quinto en reptiles (365 especies). El Perú es uno de los países más importantes en especies endémicas con 6,288 especies, de las cuales 5,528 pertenecen a la flora y 760 a la fauna.
El Perú es conocido en el mundo como uno de los 10 países megadiversos por su rica diversidad biológica en ecosistemas, paisajes, especies, recursos genéticos y diversidad cultural. Esta riqueza biológica y cultural es nuestra ventaja comparativa estratégica para el desarrollo económico y social, siendo prioritaria la socialización de su importancia, la que debe servir de base para la toma de decisiones de los gobernantes, instituciones del Estado y líderes de las comunidades locales.
Biodiversidad y desarrollo
Cerca del 65% de la agricultura nacional depende de los recursos genéticos nativos como las papas, maíz, camote, granos andinos (quinua, kiwicha, cañihua), frutales (palta, papaya, tuna, camu camu, chirimoya, anona, capulí, guinda, pepino dulce, etc.), raíces (arracacha, yacón, yuca, maca), tubérculos andinos (oca, mashua, añu, olluco), cacao (cacao común, macambo, etc.), legumbres (pallar, frijoles, pashullo) y varias decenas de cultivos más.
Cerca del 95% de la ganadería nacional depende de los recursos forrajeros nativos, como los pastos naturales altoandinos y los pastos naturales y algarrobales de la costa norte. Una parte importante de la ganadería nacional depende de recursos genéticos nativos especialmente de camélidos (alpaca, llama, vicuña), igualmente de las especies menores (cuy, pato criollo).
El mar peruano produce anualmente cerca de 400 mil toneladas de pescado y mariscos para el consumo de la población nacional. El lago Titicaca produce al año cerca de 4 mil toneladas de pescado para consumo de las poblaciones circunlacustres.
En la sierra los camélidos domésticos (llama y alpaca) constituyen una fuente muy importante de abastecimiento de proteínas para las comunidades altoandinas. La carne se consume fresca, pero también se almacena en forma de charqui o carne seca. Se estima que por año se consumen al menos 300 mil cabezas de alpaca y 100 mil de llama, lo que equivale por lo menos a 8 millones de kg. de carne por año.
En la Amazonía se consumen al año cerca de 80 mil t. de pescado y 15 mil t. de carne de monte. El pescado y la carne de monte son las fuentes más importantes de proteínas para la población amazónica. Las ciudades de Iquitos y Pucallpa consumen al año 18 mil t. y 12 mil t. de pescado, respectivamente.
Las plantas alimenticias nativas suman alrededor de 787 especies, que se consumen en diversas formas (verduras, almidón, semillas, almendras, savia, látex, fruta, raíces, tubérculos, bulbos, corteza, flores y aceite). De ellas 107 son domesticadas y cultivadas; 160 se usan silvestres.
La economía nacional depende en cerca del 60% de la biodiversidad, tanto en lo referente a la producción agrícola, pesquera, ganadera y forestal, como en lo industrial. La biodiversidad es una fuente importante de productos para el autoabastecimiento de las poblaciones locales y la importancia económica de este uso supera los ingresos obtenidos por la exportación de productos derivados de la biodiversidad (pesca, caza, plantas medicinales, fibras, artesanías, leña, madera, tintes y colorantes.)
Respecto a los recursos de la biodiversidad existe un tremendo potencial estratégico, económico y científico. Es legítimo afirmar hoy que el control de la biodiversidad genética es un objetivo importante y prioritario en la política nacional, regional y local. Todo ello demuestra que su utilización debe estar al servicio del crecimiento económico y equidad social de quienes son sus propietarios, es decir, los pueblos nativos, comunidades campesinas y toda la población nacional.
El desarrollo de actividades productivas con base en la biodiversidad puede contribuir no sólo a mejorar la alimentación de los peruanos, sino también mejorar las agro exportaciones y la captación de divisas. En este sentido son de enorme futuro la acuicultura, la pesca responsable, la producción orgánica, la ganadería de camélidos en los Andes y la cría de especies con alta presión de caza.
De conformidad al pronunciamiento del Ministerio del Ambiente, la diversidad biológica peruana y sus recursos genéticos, que son esenciales para la producción orgánica, generan crecientes ingresos económicos al país y a los miles de productores, de los cuales más de 40 mil cuentan ya con certificación orgánica internacional. Las exportaciones de productos orgánicos y naturales, y los alimentos inocuos superan los $300 millones anuales y la demanda sigue en crecimiento continuo, lo que ofrece la oportunidad de posicionar al país, en forma muy competitiva, en los mercados mundiales.
Causas de pérdida de la biodiversidad
Las actividades humanas alteran el equilibrio natural de los ecosistemas produciendo modificaciones dramáticas de la composición de los mismos así como de las relaciones entre especies e individuos. Una consecuencia principal de este deterioro es la pérdida general de biodiversidad, tanto a nivel del espectro genético de las poblaciones como del número de especies y variedades.
Actividades como la ganadería extensiva, la agricultura en suelos inadecuados, la minería ilegal, la actividad hidrocarburífera, la pesca predatoria, la construcción de carreteras, los programas inadecuados de colonización, la agricultura migratoria y la explotación forestal sin programas de reposición, vienen siendo desarrollados sin el control ni las técnicas adecuadas y, todavía, sin encontrar un modelo productivo sostenible.
Los principales impactos causados por estas actividades están representados por las altas tasas de deforestación, la disminución del potencial pesquero, la contaminación de los recursos hídricos, la pérdida de la biodiversidad, la contaminación de los cursos de agua, la aparición de enfermedades, la falta de saneamiento ambiental, la erosión de los suelos, el incremento sustancial de inundaciones, deslizamientos, anegamientos con fuertes pérdidas de bienes y de vidas humanas.
La deforestación promueve la erosión generalizada, cambios en los regímenes hidrológicos, inundaciones y sequías. Obras de ingeniería, como carreteras y represas, sin estudios de impacto ambiental, sin manejo de laderas y cuencas, provocan consecuencias en los hábitats naturales a menudo irreversibles. El efecto combinado de estos procesos está afectando la supervivencia de muchas especies a las que les resulta cada vez más difícil resistir, al no disponer del tiempo evolutivo necesario para adaptarse.
Hace apenas unas semanas fue aprobado mediante DS 003-2011 AG, el Reglamento Interno sectorial sobre Seguridad de la Biotecnología en el desarrollo de actividades con Organismos Vivos Modificados agropecuarios o forestales y/o sus productos derivados, que posibilita no sólo la comercialización de productos elaborados en base a organismos vivos modificados, sino también implica la importación de semillas transgénicas; por lo tanto, consideramos que es atentatoria contra la inmensa diversidad biológica que posee nuestra patria.
En el Perú la riqueza biológica de los cultivos tradicionales es una herencia que debe ser valorada. Organismos internacionales como la FAO alertan sobre el peligro de los transgénicos, especialmente en aquellos países que son centro de origen de cultivos alimenticios como el Perú, que es el centro de origen de la papa, de los cereales andinos, cacao, yacón, chirimoya, camu camu, aguaymanto, y tubérculos andinos. El Perú posee 84 de las 108 zonas de vida natural identificadas para el mundo, sólo en Cusco se hallan 35 de estas zonas de vida natural, por lo tanto, la diversidad de ecosistemas, hábitats, climas y pisos altitudinales posibilitan tener una diversidad biológica exuberante donde se puede cultivar de todo. En ello radica nuestra riqueza y el potencial económico.
La solución al hambre y la desnutrición por la que atraviesan millones de compatriotas, no es sustento para la liberación de estos organismos vivos modificados; por el contrario, la solución pasa por el desarrollo de tecnologías sostenibles y justas, y por el empleo de herramientas que utilicen insumos naturales y que no generen erosión genética. Todo ello acompañado de políticas en los más altos niveles de gobierno y que brinden el apoyo más decidido considerando la geografía, la alta biodiversidad, los frágiles ecosistemas y teniendo en cuenta que el país es centro de origen de muchas especies.
Son varios los gobiernos regionales en el país que han declarado sus territorios como regiones libres de transgénicos; es el caso de Ayacucho, San Martín, Huánuco, Cusco y Lambayeque. Sus autoridades deberán pronunciarse sobre el DS 003-2011-MINAG y su aplicabilidad en sus territorios. Lo cierto es que toda la zona andina por su importante orografía es poseedora de diversos climas y pisos altitudinales que constituyen ecosistemas y hábitats específicos para una diversidad de flora y fauna empleados en alimentación, salud y aspectos sociales y religiosos que podrían correr alto riesgo, de introducirse estos organismos genéticamente modificados. Lo mismo ocurre en la Amazonía donde la biodiversidad es mayor y apenas conocemos un escaso número respecto de sus propiedades alimenticias, medicinales, industriales, etc.
La biotecnología moderna tiene que ser una herramienta de importancia para resolver los problemas de hambre y desnutrición que afectan a millones de peruanos; empero, tiene que tener la rigurosidad científica exigida. En el Perú falta desarrollar la capacidad para un monitoreo y fiscalización eficaz, falta la promoción a la investigación en transgénicos, falta el equipamiento respectivo para la bioseguridad.
Propuestas para la gestión
Uno de los mayores retos propuestos a la comunidad y especialmente a los países con gran riqueza en diversidad biológica, es precisamente, la definición de estrategias que les permitan fomentar el uso de la biodiversidad, con criterios de sostenibilidad, para la generación de oportunidades que contribuyan al desarrollo económico y social, y consiguientemente, al mejoramiento de la calidad de vida de sus pobladores.
La permanente interacción de plantas y animales y microorganismos, el uno con el otro y con su entorno físico en los ecosistemas que los contienen, constituye la base fundamental del desarrollo sostenible. La constante erosión de la diversidad de genes, especies y ecosistemas que se observa hoy podría detener el camino hacia una sociedad sostenible. En efecto, la continua pérdida de la biodiversidad es una medida del desbalance entre las necesidades humanas y la capacidad de la naturaleza. Aspectos que deben ser considerados por los gobiernos regionales y locales.
La pérdida constante de diversidad biológica podría, dentro de muy poco tiempo, empezar a sentirse en las economías nacionales, advierte un Informe de la Organización de las Naciones Unidas. Actualmente está en marcha un proyecto, conocido con el nombre de La Economía de los Ecosistemas y la Biodiversidad (TEEB, por sus siglas en inglés), que busca cuantificar el valor monetario de los servicios que nos brinda la naturaleza, como por ejemplo la purificación del agua o el aire, la protección de las zonas costeras de los embates de las tormentas y el mantenimiento de la vida silvestre para el ecoturismo. "Muchas economías no toman en cuenta el valor de la diversidad de animales, plantas y otras formas de vida y su papel en el funcionamiento de los ecosistemas", explicó Achim Steiner, Director Ejecutivo del Programa de la ONU para el Medio Ambiente.
Es momento de que los gobiernos regionales y municipales impulsen la agricultura orgánica y promuevan el uso de productos locales en la alimentación popular, mediante ferias gastronómicas, como ya se viene aplicando en muchos sectores.
Es imprescindible que se cumpla con lo dispuesto en el Código de Protección y Defensa del Consumidor (Ley Nº 29571), de etiquetar los productos que contienen organismos vivos modificados (OVM) a fin de que los consumidores, en su derecho, puedan decidir libremente a consumirlos o no.
Aunque en las zonas altoandinas el desarrollo de la agricultura y la actividad pecuaria es milenario, en la actualidad se observan bajos rendimientos de los cultivos alimenticios; a pesar de ello, se hace necesario el engarce con los mercados locales y regionales a efecto de buscar mejores precios en los productos y promover un comercio justo por los productos nativos y orgánicos.
La FAO señala que es necesario promover el mejoramiento de las especies propias de cada región, recurriendo a la utilización de recursos genéticos locales; aspecto que debería ser implementado en las regiones del país que son centros de origen de la biodiversidad.
Entre tanto se obtenga resultados de la investigación científica sobre los efectos colaterales de los transgénicos en la salud del consumidor, planteamos una moratoria de 10 o 15 años a fin de conocer mejor las consecuencias negativas y mejorar las capacidades técnicas del Instituto Nacional de Innovación Agraria (INIA) y de las universidades a fin de conocer la real problemática que puede verificarse del cultivo de OVM en territorios como el nuestro y las posibles consecuencias en la salud del consumidor; pues a la fecha no existen resultados de estudios científicos concluyentes sobre la inocuidad de estas OVM.
En zonas declaradas centros de origen de especies nativas y de sus parientes silvestres y donde se ubican los cultivos nativos, debe quedar prohibido el ingreso de los transgénicos, a fin de evitar contaminación genética y se pierda para siempre nuestra biodiversidad.
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