Inka Moss, la empresa peruana que exporta musgo andino al mundo

Miércoles, 28 Marzo, 2018 - 08:59

Habiendo iniciado la empresa trabajando solo con cinco familias de una lejana comunidad en Junín allá por el año 2010, hoy, ocho años después, ya son 2.800 familias y 15 localidades las que trabajan con Inka Moss, un emprendimiento peruano dedicado a la exportación de musgo de la sierra, a la vez que empodera a las mujeres de la zona. Tras haber sido uno de los ganadores este viernes del premio global de Creación de Valor Compartido 2018 de Nestlé, en Brasilia, la empresa se prepara para crecer 40% este año.

"Hemos identificado 53 comunidades con las que podemos trabajar, pero estamos permanentemente operando con 15 [aproximadamente 15 mil personas]. Con el premio de Nestlé, vamos a poder incorporar a cinco localidades más", explica Marco Piñatelli, fundador de Inka Moss.

Inka Moss es una empresa exportadora del musgo Sphagnum [o musgo blanco como lo conocemos en el Perú], el cual tiene una alta demanda en el mercado -especialmente en Asia [Japón y Taiwan]- para usarlo como sustrato en el cultivo de orquídeas, cultivos hidropónicos y jardines verticales. Es un retenedor de humedad por naturaleza.

"Lo espectacular es que en el caso de Perú, sólo crece en el área más alta de los Andes, arriba de los 3.000 m.s.n.m., que es donde también está concentrada la pobreza extrema del Perú. Y no es replicable en otras zonas, como por ejemplo sí pasa con la papa", sostiene Piñatelli.

De esta manera, cuando las comunidades se enteran del valor del musgo y se incorporan a la cadena productiva de Inka Moss para cosecharlo, lo que hacen es protegerlo y no quemarlo, como han venido haciendo para ampliar sus áreas de cultivos tradicionales.

EMPODERAMIENTO Y SOSTENIBILIDAD

El valor diferencial de la empresa, y lo que sustenta el reciente reconocimiento de Nestlé por encima de otros 1.073 candidatos de todo el mundo, radica en el enfoque social, de equidad de género y medioambiental que Inka Moss incorpora a su línea de negocio.

En primer lugar, entre un 10% o 18% de los ingresos es entregado a cada comunidad para que lo administren como un fondo para la zona. Sumado a este porcentaje fijo, se incluyen también los pagos a los trabajadores, así como el costo por el transporte a la planta procesadora de la empresa, ubicada en Jauja, entre otros.

Así, por cada dólar de ingreso, 48 centavos se queda en la zona. El resto [52 centavos] se divide entre gastos de aduanas, gastos administrativos, transporte, etc.

"Con estos ingresos, hemos visto que las comunidades implementan puentes, salones de cómputo o antenas para teléfonos", informa Piñatelli.

Por otro lado, el fundador de la empresa explica que las labores son realizadas mayoritariamente por mujeres, ya que en estas zonas los hombres suelen buscar ingresos fueras de las comunidades, dejando a las madres de familia dentro de la localidad.

"Las mujeres tienen un espacio libre que lo dedican a la cosecha del musgo y con eso generan un ingreso extra importante. Esto les levanta el autoestima, ya que las empodera como un agente económico importante para la familia. Calculamos que el promedio de ingresos extra supera en 25% al ingreso normal", afirma el empresario.

Por otro lado, el impacto positivo en el medio ambiente radica en la concientización sobre el valor económico del musgo: cuando las comunidades entienden esto, dejan de quemar las plantas, lo cual permite su conservación.

La función principal del musgo es retener casi 20 veces su peso en agua y dosificarlo gota a gota, además de que tiene componentes antibacteriales naturales.

OPCIONES DE MERCADO

Si bien se trata de la única empresa en el Perú en este negocio, uno de los grandes logros de Inka Moss ha sido construir un posicionamiento en el mercado internacional de calidad, de acuerdo a Piñatelli.

"Nacimos en base a la experiencia de Nueva Zelanda [18% de posicionamiento del mercado mundial], que tienen un musgo similar. En Chile también se cosecha, de hecho tienen ahí como el 77% del mercado. Nosotros apuntamos a crecer 40% este año", apunta.

Sin embargo, Piñatelli indica que una de las principales limitaciones se encuentra en las limitaciones de la reglamentación aprobada por Serfor, el cual exige que para explotar las zonas de musgo, las comunidades deben tener título de propiedad y un plano de toda la localidad, entre otras cosas.

"Le estás exigiendo a pueblos que viven desde hace siglos ahí, que están en pobreza extrema, donde no llega ni el Estado ni la economía, que tengan papeles para usar sus propios recursos, o si no, les pones multas que superan hasta 10 veces los ingresos mensuales de toda la comunidad junta", afirma Piñatelli.

Para esto, Inka Moss también se encuentra trabajando en lograr llegar a consensos entre todas las partes que permitan ampliar el negocio, a la vez que continúa impulsando las economías locales.

Fuente: El Comercio

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