La Estrategia de Crecimiento Verde del Plan Nacional de Desarrollo
- Inicie sesión o regístrese para comentar
El silencio generalizado de la sociedad ante la sanción presidencial en Colombia, el pasado 9 de junio, de la Ley 1753 de 2015 por medio de la cual se expide el Plan Nacional de Desarrollo 2014-2018 “Todos por un nuevo país”, debería por sí mismo, ser materia de reflexión en diferentes ámbitos de la vida académica y pública del país y se espera que así sea, pues se trata del establecimiento de los objetivos y las estrategias de la gestión del Gobierno Nacional Colombiano por los próximos cuatro años que resultan determinantes del futuro próximo de la totalidad de los colombianos.
El Plan Nacional de Desarrollo para el actual periodo de gobierno hace un loable esfuerzo por construir una mirada de la situación del país desde las particularidades y especificidades de las regiones en función de la cual pretende hacer una aproximación y delimitación territorial de los tres objetivos de desarrollo esenciales que conforman la estructura vertebral: paz, equidad y educación, y para su implementación se plantean cinco estrategias transversales y una sexta estrategia envolvente denominada Crecimiento Verde. Esta estructura, debe reconocerse, se distancia de las tradicionales visiones sectoriales del desarrollo en las que cada Ministerio formulaba su capítulo del Plan Nacional de Desarrollo y la integración se limitaba a una unificación del estilo de redacción. Algunos dirán, con sobradas razones, que es más de lo mismo, pero en este caso es claro, que en términos de integralidad de la visión y la gestión del desarrollo, el planteamiento queda mucho mejor presentado.
En consecuencia, la política ambiental del Plan Nacional de Desarrollo no puede leerse en un solo capítulo, y debe más bien, extraerse de una lectura juiciosa de la integralidad del documento, aunque la mayor parte de la misma se reúne en la mencionada estrategia transversal y envolvente de Crecimiento Verde. Si bien esta estrategia resulta ser un mandato de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) presentado en la Cumbre de Río de Janeiro en 2012, criticable en razón a que poco o nada tiene que ver con la real capacidad de gestión territorial y sectorial en el país y en las regiones, se estima que es un claro avance en relación con la perspectiva de gestión ambiental tradicional como una agenda independiente desde la que se pretendía tirar puentes hacia la gestión de los sectores productivos.
Ahora bien, a la Estrategia de Crecimiento Verde se le reconoce su valor e importancia en tanto manifestación clara y concreta de la aspiración nacional a introducir criterios de sostenibilidad en el modelo de desarrollo a través de propuestas de trabajo específicas con los diferentes sectores de la producción, partiendo del reconocimiento de los principales impactos asociados a las actividades económicas. Merece llamar la atención que como tales, los objetivos planteados (avanzar hacia un crecimiento sostenible y bajo en carbono; proteger y mejorar el uso sostenible del capital natural; mejorar la calidad ambiental y lograr un crecimiento resiliente y; reducir la vulnerabilidad frente a los riesgos de desastres y al cambio climático) vienen en gran medida formando parte de los Planes Nacionales de Desarrollo desde la misma creación del Ministerio del Medio Ambiente en 1994, e incluso alrededor de los mismos se han promulgado políticas ambientales y regulaciones para favorecer su consecución, pero, por diferentes razones estructurales, la gestión sobre los mismos no ha sido efectiva.
Entre tener y no tener la Estrategia de Crecimiento Verde, es claro que se prefiere tenerla como eventual referente de gestión del Gobierno. Entre el optimismo y el pesimismo, es claro que resulta más saludable el optimismo moderado y confiar en que dichos planteamientos podrán concretarse en políticas y agendas de desarrollo mucho más sostenibles.
Comentarios via Facebook