Plantas medicinales de la jalca cajamarquina, diversidad y principales usos
Las plantas medicinales constituyen parte de la existencia del ser humano, y toda la región andina posee una enorme riqueza, tanto nativa como exótica. Su uso no sólo es rural también ocurre en las ciudades como producto de la migración y de la tradición.
Desde hace algunas décadas, las plantas medicinales silvestres son comercializadas en estado natural (fresco o deshidratado), tanto en mercados locales como nacionales, cuyos involucrados directos son las familias de escasos recursos económicos. Sin embargo, en los últimos años ha surgido un comercio paralelo y más formalizado, ofertando las plantas ya no de forma natural sino transformadas y en diferentes presentaciones y los involucrados son medianos y grandes empresarios, cuyos volúmenes demandados son mucho mayores al del comercio tradicional y con una perspectiva creciente, lo que constituye una gran amenaza para la conservación de estas especies.
La Jalca cajamarquina posee una gran diversidad de especies nativas silvestres, sin embargo las diversas actividades antrópicas, principalmente las que destruyen el ecosistema, ponen en peligro no sólo a las plantas medicinales sino todo el potencial biológico y natural de este lugar.
La mayoría de esta riqueza biológica no está bien estudiada. Se desconoce su variabilidad intraespecífica e interespecífica; no se ha estudiado su fenología ni sus principios activos; tampoco se conoce a fondo su distribución geográfica, su estado de conservación, sus requerimientos edáficos ni climáticos.
Entre el 2005 y 2012, en el mercado del centro poblado de Combayo, distrito de La Encañada, en Cajamarca - Perú, que sirve como centro de acopio, se identificaron 53 especies de plantas medicinales, todas nativas y la mayoría silvestres, procedentes de diversos caseríos y centros poblados del distrito de la Encañada, Hualgayoc y Sorochuco. 12 son de la familia asteracea, 6 Gentianacea, 5 licopodiacea, 5 valerianacea, 3 lamiacea, 2 ericacea, 2 fabacea, 2 pteridacea, entre otras familias. Todas tienen una demanda permanente, pero algunas se ofertan en mayores volúmenes en ciertas épocas del año en función a la presencia de lluvias o a la demanda externa.
Las 53 especies sirven para tratar más de 14 enfermedades, algunas son usadas de forma casera y por cualquier persona, mientras que otras necesariamente las tiene que recetar y preparar el curandero.
Existen especies de amplia distribución mientras que otras se distribuyen en pequeños espacios. Sus hábitats son variables; algunas especies los prefieren específicos mientras que otras son menos selectivas y pueden crecer en diferentes condiciones.
Según creencias locales, ciertas especies no pueden ser cosechadas o extraídas libremente, sino que tienen que ser sometidas a actos rituales (pagos a la tierra) para que sean visibles y a la vez tengan el efecto esperado en el paciente, pues para los lugareños, se trata de plantas “vivas”.
El biocomercio lejos de cumplir con las exigencias del convenio de la diversidad biológica es una amenaza para la conservación de estas especies, pues el volumen demandado por esta propuesta se ha sumado al volumen comercializado de forma tradicional, cuyo incremento ha sido de aproximadamente 2400% en el caso de la Valeriana pilosa y lejos de beneficiar a las familias directamente involucradas se benefician grandes empresario extraños a estos espacios.
El 96.2 % de las especies son silvestres y es preocupante el nivel de extracción descontrolado al cual están sometidas en las últimas décadas, sumándose a ello la destrucción constante y creciente de sus hábitats, siendo necesario implementar medidas que permitan garantizar su permanencia en el futuro, pues además de lo conocido de estas especies, puede ocurrir que alguna de ellas posea algún principio activo aún desconocido.
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