Que nuestro futuro no se seque, una responsabilidad de todos

Lunes, 17 Junio, 2013 - 15:13

El lema con el que la Convención de Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación ha decidido conmemorar este año el Día Mundial de la Lucha contra la Desertificación, “Don´t let our future dry up” es un contundente llamado a la responsabilidad compartida de utilizar los recursos naturales de manera sustentable.

Como en la última reunión mundial sobre Desertificación, celebrada en el mes de abril del 2013, la Convención busca dar un giro hacia el valor de las tierras secas. ¿cuál es el valor de las tierras secas? ¿cuál es el valor económico de las tierras fértiles que año a año se pierden en el mundo? ¿cuánto es el gasto que hacen los países en la mitigación de los efectos de la degradación de tierras y las sequías? ¿cuánta debería ser la inversión en manejo sustentable, que permita evitar esos gastos después de ocurrido el desastre?

Para dar respuesta a estos y otros interrogantes en el mismo sentido, se implementan muchas investigaciones, recursos, discursos y reuniones, buscando la forma de medir cuál es el precio que la humanidad debe pagar para mitigar los efectos del consumo irresponsable de nuestras sociedades.

La propuesta que se baraja desde hace algunos años es la necesidad, no sólo de mensajes contundentes como el que este año se transforma en lema, sino también de involucrar en las negociaciones a los actores clave del desarrollo en las sociedades: las empresas.

Involucrar al sector privado en las convenciones ambientales de Naciones Unidas, así como en otros organismos internacionales, no es nuevo. Sin embargo, a esta convención se le ha vuelto difícil captar la atención del sector empresario, lo cual resulta llamativo, porque su temática está directamente relacionada con toda producción y en particular, si se quiere, con la de alimentos que es primaria en cualquier Estado.

Las Organizaciones de la Sociedad Civil, como miembros observadores de la convención, hemos presentado varias veces propuestas para captar la atención del sector privado o empresarial en esta cuestión, en particular las organizaciones que trabajamos en el desarrollo e implementación de programas de responsabilidad social empresaria (RSE). Consideramos y tratamos de hacer comprender a los tomadores de decisiones que, sin este actor, está faltando una parte importante del engranaje social.

El compromiso de consumir y utilizar responsablemente los recursos naturales no son una decisión individual, si así fuera, no estaríamos más que reproduciendo el mismo circulo vicioso del individualismo que hasta esta instancia nos ha traído; por el contrario, el cambio a un consumo más responsable debe ser una acción colectiva, que involucre a todos, para que sea posible incidir en las decisiones que conduzcan hacia políticas de manejo sustentable de los recursos naturales.

Los primeros pasos, construyendo capacidades en los empresarios para que les sea posible ver que la responsabilidad social empresaria abarca mucho más que el bienestar de sus empleados, ya se están dando. Ahora es necesario reforzar estas acciones para que se considere la real importancia de la cadena de valor ascendente y descendente. En los proveedores, y especialmente en los productores primarios, está la clave. Es preciso comprender que todo proviene, en definitiva, de la tierra.

La capacidad de producción y de recuperación de los suelos, especialmente de las tierras secas, está estrechamente vinculada a las oportunidades de desarrollo de las poblaciones. Si se paga un precio justo por la producción primaria, se evita la sobreexplotación que degrada las tierras.

Los consumidores finales tenemos quizá la más importante cuota de responsabilidad en la posibilidad de generar un círculo virtuoso de consumo. La posibilidad de informarnos está cada vez más a nuestro alcance, más velozmente, y con ella la oportunidad de decidir qué, cómo y cuándo comprar. Elegir adquirir productos y servicios socialmente justos y ambientalmente sustentables es, al mismo tiempo, exigir producción responsable y contribuir a cuidar las tierras del mundo.

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