Así se delimitan los páramos de Colombia

Friday, 19 February, 2016 - 10:18

La Corte Constitucional aclaró que toda minería en estos ecosistemas está prohibida, pero en el aire quedó rondando una pregunta: ¿qué es páramo y qué no? Desde hace tres años varios investigadores han trabajado para dar una respuesta.

Entre 2010 y 2011, uno de los fenómenos de La Niña más fuertes que vivió el país despertó las alarmas ambientales. Con 1.233 inundaciones, 778 deslizamientos y cerca de 3,5 millones de hectáreas anegadas, el Plan Nacional de Desarrollo del primer gobierno Santos (2010-2014) puso en el papel algo que cada vez era más evidente: se debían fortalecer y delimitar ciertos ecosistemas estratégicos, como los páramos y humedales, con el fin de mitigar los efectos negativos que traían las extremas condiciones climáticas.

Para hacerlo, el Gobierno solicitó que la escala 1:100.000 con la que estaban mapeados los 36 complejos de páramo que tiene Colombia fuera actualizada con más detalle a 1:25.000. Hoy, a partir del reciente anuncio del fallo de la Corte Constitucional, el cual aclara que en los páramos no se puede realizar ningún tipo de actividad extractiva o minera, la pregunta por cómo ha avanzado esta cartografía vuelve al centro del debate. Si después de cuatro años el páramo de Santurbán ha sido el único delimitado en esta nueva escala, ¿qué pasa con los 35 restantes?

Parte de esta duda se puede resolver a partir del proyecto Insumos Técnicos para la Delimitación de Ecosistemas Estratégicos, liderado por el Instituto Humboldt y financiado por el Fondo de Adaptación, pues a ellos se les encomendó, durante el segundo mandato del gobierno Santos, la misión de entregar insumos para los estudios técnicos de la identificación de páramos y la presentación de recomendaciones para delimitar 21 de los 36 complejos de páramos con cartografía asociada.

Según explicó Carlos Sarmiento, investigador del Instituto Humboldt, la tarea está adelantada en el 90%. A pesar de que su compromiso es con 21 complejos, ya están listos los estudios científicos de 28 páramos, por lo que esperan tener una cartografía final en mayo de este año. Sin embargo, aclara, se debe tener en cuenta que estos mapas son sólo un área de referencia que luego, junto con cada corporación autónoma regional (CAR), se entrega al Ministerio de Ambiente para que maniobre con ellos a partir de consideraciones sociales y económicas, y después, bajo un acto administrativo, determine la delimitación del páramo.

“Hay que tener en cuenta que, a pesar de que la cartografía que se le da al ministerio no considera los criterios socioeconómicos, sí entregamos una caracterización social de lo que pasa alrededor del límite de cada páramo. Indicadores de calidad de vida, cuáles organizaciones sociales tienen incidencia allí, qué empresas tienen presencia y qué conflictos están presentes. También damos unas recomendaciones asociadas a la gobernanza de los territorios y qué espacios de debate existen para que se pueda llegar a un acuerdo”, aclara Alejandra Osejo Varona, una de las investigadoras del Humboldt encargadas del proyecto.

¿Cómo se delimita un páramo?

Según explican los investigadores, delimitar un páramo va más allá de mover una línea. No sólo implica tener en cuenta los parámetros ambientales —que de por sí son difíciles de obtener, debido a la altitud y lo extremo del clima—, sino también entender las relaciones que tiene la población con el lugar. Decir hasta dónde llega un páramo no es sólo un reto a nivel ecológico, debido a que los ecosistemas tienen gradientes y no cambian abruptamente, sino también un reto a nivel social. Desde la colonización española hasta hoy, las zonas de alta montaña han servido como áreas de refugio y desarrollo para poblaciones indígenas y campesinas. Sin ir más lejos, según la memoria del Proceso de Definición de Criterios para la Delimitación de Páramos de la cartografía 1:100.000, doce complejos de páramos tienen presencia de grupos étnicos.

Por esto, para lograr que la delimitación sea lo menos arbitraria posible, el ministerio tiene establecidos unos términos de referencia para que las CAR, con el acompañamiento del Humboldt, hagan un estudio técnico y científico que luego deben entregar al ministerio. Además, de forma directa, el instituto también debe entregarle a la cartera su recomendación con una propuesta de los 21 límites a partir de criterios biofísicos y las sugerencias sobre gobernanza.

Ambos procesos, explican los científicos, implicaron un trabajo inmenso en el que se tuvieron en cuenta los estudios realizados por el Ideam y el IGAC, el uso de imágenes satelitales y la información primaria que se obtuvo a través de convenios con grupos de investigación que se encargaron de recolectar datos en campo: doce dedicados a los biótico y catorce a lo social.

Según explicó Olga Adriana León, investigadora del Humboldt, este último es uno de los procesos que más tardan. “Los páramos son difíciles de acceder. Tienen unas pendientes fuertes a las que deben llegar grupos de diez o veinte investigadores con tubos y redes para muestrear especies. Además, hay procesos administrativos que incluso impiden que se llegue a esos lugares”, afirma. Por ejemplo, a la Sierra Nevada de Santa Marta no pudieron entrar porque los indígenas no lo permitieron, y sólo se realizó trabajo de campo en 18 de los 21 páramos.

Una vez el instituto, junto con las CAR, entrega la información al Ministerio de Ambiente, un equipo técnico hace la revisión y añade a esa cartografía una delimitación que tiene en cuenta la presencia humana. “En el ministerio tenemos un modelo matemático computacional, con algoritmos, que incluye la transformación del suelo, un mapa de pendientes y criterios de donde se puede o no tener actividad humana. No es una decisión que realicemos nosotros a punta de papel y lápiz”, explica Luis Alberto Giraldo, director técnico de Ordenamiento Territorial y Coordinación del Sistema Nacional Ambiental (Sina).

Este modelo, entonces, arroja tres nuevas delimitaciones: lo que queda concertado como área conservada, las hectáreas que ya fueron transformadas pero deben recuperarse y las áreas transformadas donde se pueden mantener los procesos productivos. Por ejemplo, en el caso de Santurbán, 99.000 hectáreas de las 129.000 propuestas por el Humboldt quedaron como áreas conservadas, mientras las otras 30.000 fueron divididas para empezar procesos de restauración y de desarrollo productivo sostenible.

Más allá de trazar una línea contra la minería

Si hay algo en lo que están de acuerdo tanto el Ministerio de Ambiente como el Instituto Humboldt es que la complejidad de los páramos va más allá de trazar una línea para prohibir la minería. Pues así como hay títulos mineros que están atravesados en áreas protegidas y zonas que no lo son, hay fincas ganaderas a las que no se les puede pedir “que bajen todas sus vacas hasta cierto punto”.

“No sólo delimitando los ecosistemas se solucionan las cosas. Todo esto debe venir integrado con procesos de reconversión productiva y alternativas con las cuales se propongan actividades sostenibles”, afirma Giraldo.

Igualmente, una de las apuestas del Instituto Humboldt ha sido entender esas dinámicas sociales y económicas alrededor de las zonas de transición del páramo. “Además de los problemas ambientales, se ponen en juego diferentes valores”, aclaran las investigadores Paula Ungar y Alejandra Osejo en el documento Hoja de ruta - Guías para el estudio sociológico de la alta montaña. “Las decisiones que se tomen pueden afectar la vida de muchas personas —por ejemplo, en la declaratoria de áreas protegidas que prohíben del uso del suelo”, continúan.

Como lo explicó Sarmiento, el fallo de la Corte implica nuevos retos porque hay un tema de competencias que no se sabe aún quién va asumir. “Nuestra tarea técnica seguirá la misma línea que estamos llevando. Sin embargo, a partir del fallo, hay un problema de competencias que no sabemos cómo asumir y tocará esperar a ver si nos dejan más responsabilidades. Además, se debe tener en cuenta que es una decisión a raíz de la luz minera, por lo que también se debe entrar a pensar cuál es el reto de la agricultura”, afirma el experto.

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