Ica: Valles de Ica y Pisco: ¿Se acaba el agua?
Rodrigo Acha, columnista en Semana Económica, comenta que cuando se va por la Panamericana Sur, en el Perú, entre Cañete e Ica el camino es acompañado por alfombras verdes formadas por cultivos vinculados al boom agroexportador como vid, espárrago y mandarina.
Sin embargo, éstas solamente se extienden unos cuantos kilómetros hacia las márgenes de los ríos. Seguramente más de una vez se habrá preguntado si sería posible ampliar esos espacios y que la alfombra verde termine casi ininterrumpida entre Chinca e Ica.
El obvio reto a superar es la escasez de agua, problema que no sólo es un limitante para el crecimiento, sino una amenaza para la continuidad de los cultivos actuales.
Las estadísticas muestran que alrededor del 80% de los pozos (fuente que abastece a tres cuartas partes del valle de Ica y casi un tercio del valle de Pisco) tiene irregularidades en su licencia y que la presión sobre el acuífero, como se denomina al conjunto de aguas subterráneos, ha aumentado en paralelo al mencionado boom agroexportador durante la primera década del siglo XXI.
De esta forma se dificulta proceder con cualquier medida preventiva o correctiva. Los grupos de regantes como la Junta de Usuarios de Aguas Subterráneas del Valle de Ica (Juasvi) trabajan con la Autoridad Nacional del Agua (ANA) y el Gobierno Regional de Ica en un plan de gestión de los acuíferos de Ica, Villacurí (al norte de Ica) y Lanchas (al sur de Pisco), en buscar soluciones.
Según algunos comentarios de las personas consultadas, hay una consciencia generalizada de la importancia de cuidar el agua del subsuelo a pesar del alto nivel de informalidad, que en parte se deben a problemas para renovar las licencias y no a permisos irregulares o usos perforaciones clandestinas.
Esta semana la ANA presentará el avance del inventario de pozos en Ica que se espera tener listo para diciembre de este año. Las últimas cifras oficiales disponibles en la ANA son del 2009, de manera que la actualización traerá hallazgos importantes para la gestión del agua.
Entre las soluciones propuestas está la alimentación del acuífero por medio de la infiltración de aguas subterráneas del río Pisco para beneficiar a Lanchas y Villacurí o la culminación del Proyecto Especial Tambo Ccaracocha, que consiste en una serie de presas y trasvases para captar agua desde Huancavelica.
Sólo por el hecho de permitir controlar mejor el uso del agua y dosificar su abastecimiento a lo largo del año, la infraestructura centralizada es una alternativa importante para la sostenibilidad de la zona.
A esto se añade el aumento de la oferta que permitiría que se pueda expandir la frontera agrícola, pero ésa no es una posibilidad, mientras que la escasez es un riesgo que aún no se materializa, frente al que hay que tomar medidas (las personas consultadas dejaron en claro que por el momento no falta agua para regar, pero sí podría ocurrir en el futuro si se empiezan a secar o salinizar los pozos).
El riesgo de conflictos entre pequeños y grandes agricultores también debe ser mitigado. Los primeros argumentan que hay un abuso de poder en la aplicación de la Ley de Recursos Hídricos y se le ha sacado provecho para que las grandes empresas tengan acceso a nuevos pozos mientras que el resto ve limitado su crecimiento.
Sea esto cierto o no, lo importante es optimizar el abastecimiento y el uso del agua. Lo segundo pasa por utilizar las técnicas adecuadas para el riego: Más de la mitad de agricultores sigue regando por gravedad, que es el método más intensivo en uso de agua.
Esto prueba la importancia de que los pequeños agricultores busquen cómo acceder al capital, algo que parece difícil sin escala, ni una correcta administración como las que permiten las asociaciones o el alquiler o venta de tierras al precio correcto a empresas de mayor tamaño.
Lo anterior puede sonar excluyente, pero en el fondo es una forma de distribución de riqueza que el uso ineficiente de tierra fértil y bien ubicada.
En fin, el futuro, la expansión y la sostenibilidad de la agroindustria en la zona dependen de la formalidad, el diseño de las políticas de uso en función a los riesgos, la infraestructura disponible y el uso eficiente de los recursos.
En su último artículo de portada, Semana Económica analiza a fondo las razones que llevan a estas conclusiones.
Fuente: Cepes
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