40% de las mujeres rurales no tienen ingresos propios en América Latina y el Caribe

Viernes, 9 Agosto, 2013 - 14:28

Se requieren urgentemente políticas específicas para las trabajadoras agrícolas familiares no remuneradas, señaló la FAO.

 

Según la segunda Nota de Política sobre las Mujeres Rurales de la FAO, el porcentaje de mujeres rurales mayores de 15 años que no tiene ingresos propios puede alcanzar hasta el 70 % en algunos países.

 

Las trabajadoras agrícolas familiares no remuneradas constituyen un universo invisible y sin apoyo directo, a pesar de que son más numerosas que las trabajadoras remuneradas y al hecho de que su aporte productivo y a la seguridad alimentaria es fundamental.

 

“Es importante destacar que en muchos casos la jornada laboral de las mujeres no remuneradas es más larga que la de las mujeres que son jefas de explotaciones agrícolas,” explicó Soledad Parada, consultora de género de la FAO.

 

La mayoría de las mujeres clasificadas como inactivas produce para el autoconsumo

 

Las mujeres que trabajan en la agricultura de forma no remunerada constituyen el universo más numeroso pero menos conocido de las mujeres dedicadas a las actividades agrícolas.

 

Ellas son en su mayoría trabajadoras invisibles para las estadísticas oficiales, ya que se clasifican como inactivas pese a que efectivamente trabajan. En promedio, en la región el 56% de las mujeres rurales mayores de 15 años se registra como población inactiva. Sin embargo, según las encuestas de uso del tiempo, el 60% de las mujeres “inactivas” en Ecuador y el 50% en Guatemala y México producen alimentos para el consumo de sus familias.

 

Según la FAO, el 82% de las mujeres agrícolas no remuneradas vive en hogares cuyos ingresos provienen exclusivamente de la actividad agrícola, un 14% en hogares mixtos, un 3% en hogares no agrícolas y el 1% restante en hogares que dependen de transferencias del Estado o remesas. Los censos de los años 2006 y 2007 arrojan que las mujeres familiares no remuneradas son 1 a 2 veces más que las mujeres jefas de explotación.

 

“El primer desafío es fortalecer su voz para que los Estados construyan políticas de apoyo productivo y de protección social, que respondan a sus necesidades como mujer productora y como integrante de una familia”, explicó Parada.

 

Fuente: FAO

 

 

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