Agricultura familiar, un sector olvidado

Lunes, 21 Enero, 2013 - 08:35

La ecorregión rural andina está poblada mayoritariamente por pequeños productores, parcelarios o comuneros, quienes a partir de su propio esfuerzo han logrado crear tecnologías y mercados, contribuyendo a su propia subsistencia y a la alimentación de poblaciones urbanas. En la región andina existen 14 millones de Unidades campesinas (Chiriboga, 96), en el Perú,  hay 2.5 millones de UA, de estas el 68% tiene menos de 1 ha, el 24% posee entre 1-5 ha y un 4% entre 5 – 10 ha (ENAHO 2009). Asimismo, esta región cuenta con una rica biodiversidad expresada en raíces, tubérculos, cereales, leguminosas, frutas, plantas aromáticas y medicinales así como animales mayores y menores con características funcionales y alimenticias importantes que manejados apropiadamente podrían constituirse en importante fuente de seguridad, soberanía alimentaria y de ingreso.

La mayor parte de la producción de estas unidades familiares está orientada al mercado, 63% en el caso de Perú, según ENAHO 2009, inclusive contribuyen al mercado de exportación como en el caso de café y cacao. Pero esta vinculación se da en condiciones de falta de equidad y en ciertos casos de erosión de la biodiversidad, ya que su rentabilidad es baja, y la producción al responder a los requerimientos del mercado, deja de lado los cultivos que no son comerciales, tendiendo a una especialización productiva. Asimismo, tal cual lo han demostrado los diagnósticos de la agroindustria rural realizada en diversos países andinos, esta producción es dispersa con limitada capacidad tecnológica y, con desconocimiento de las leyes y técnicas de mercado y con el inminente riesgo de quedar excluidos, porque no están preparados para competir. Sin embargo cuentan con potencial productivo, con productos sanos, exóticos, ecológicos, con potencial humano, con saberes y haceres. El reto ¿Cómo movilizar este potencial, para que se constituya en una herramienta de desarrollo sostenible para el área rural y de disminución de la pobreza?

Lamentablemente, tanto la población civil urbana, como los decisores de políticas locales, regionales y nacionales, no reconocen la importancia de este sector que es el mayor proveedor de fuentes de trabajo, el principal abastecedor de alimentos tanto para la población que vive en las ciudades, como para  su propia subsistencia.

Los pequeños productores rurales constituidos mayormente por poblaciones originarias, son considerados, como inviables, improductivos, para quienes solo hay que diseñar programas sociales de corte asistencialista.

No existen políticas públicas que promuevan la pequeña agricultura familiar, hecho que se hace evidente en la escasa asignación presupuestal, al  mismo tiempo que en sus territorios el gobierno promueve la inversión privada para actividades extractivas que dañan los ecosistemas como son  la minería o la explotación forestal.

En el Perú, en el año 2009 la tasa de pobreza rural fue del orden del 60.3%, cifra que llega al 70% en los 11 departamentos considerados más pobres. Huancavelica es el caso más dramático, 9 de cada 10 personas viven en  pobreza.

Esta relación entre pobreza y ruralidad muestra claramente que las políticas orientadas a mejorar las condiciones de vida en los espacios rurales no tienen impacto en la reducción de la pobreza. Para el presente año el gobierno peruano ha decretado "Año de la Inversión para el Desarrollo Rural y la Seguridad Alimentaria”, mediante Decreto Supremo No. 001-2013-PCM, publicado  de ayer en el Diario Oficial "El Peruano" y que bueno que se empiece a reconocer la relevancia de lo rural. La población económicamente activa rural (PEAR) que vive de la agricultura alcanza el 70%, es decir, de cada 10 personas que trabajan en la zona rural, 7 trabajan en la agricultura, por tanto su importancia social y económica es crucial. Pero ¿qué podemos hacer para que esta buena intención no pase de ser una simple demagogia?

 

  • Primero cambiar los paradigmas actuales y respetar y valorar las diferencias culturales existentes en nuestro país. Los esfuerzos realizados en investigación y desarrollo que en torno a esta problemática se desarrollan, generalmente tienen una visión fragmentada de la realidad rural, y se caracterizan por una dispersión y sectorización de acciones. Los paradigmas de la productividad y de la competitividad no logran reflejar la racionalidad de los sistemas de producción de la economía campesina, los cuales son casi siempre complejos y llenos de relaciones, que involucran de manera holística el medio físico-biológico, la producción, la tecnología, la organización social, la economía, lo material y lo inmaterial etc. Bajo esta racionalidad, la orientación lineal al mercado es simplemente un circuito que se halla vinculado a otros de carácter local, relacionados con las actividades de reproducción comunitaria, la reciprocidad, el compadrazgo, el autoconsumo y actividades económicas interconexas (producción de procesados, producción de insumos, etc.), conformando juntos la lógica interna de la territorialidad local, la cual funciona como una totalidad organizada.  Si irrumpimos desde afuera y desde nuestra lógica, se puede hacer más daño que bien.

 

  • Por estas razones los programas deben ser diseñados de manera diferenciada para cada realidad, de manera participativa con los actores locales y respetando el principio de la interculturalidad, no se debe continuar con programas diseñados desde el escritorio y desde arriba. Estos deben involucrar a profesionales locales, con experiencia, comprometidos, quienes conjuntamente con las comunidades rurales deben identificar  y proponer alternativas, respondiendo a las necesidades, expectativas y capacidades de dichas comunidades.

 

  • Promover procesos holísticos en los que los aspectos sociales y ecológicos tengan igualdad de valor que los aspectos económicos; priorizando  los procesos  en marcha en cada localidad para fortalecer lo que existe.
  • Dinamizar los mercados locales, y dar prioridad al mercado nacional  sobre el mercado internacional y a la soberanía alimentaría sobre las exportaciones.
  • Conformar cadenas productivas, controladas por los campesinos, en las que la producción se integre a la transformación de los productos y su comercialización.
  • Basarse en tecnologías que no degraden los ecosistemas y mejoren las condiciones de vida de la población; hagan una utilización masiva de mano de obra local y sean poco costosas, sostenibles localmente, de este modo se estaría respetando el ambiente cultural y natural de los diferentes pueblos y la diversidad étnica y de género.
  • Complementar el marco de políticas macroeconómicas con estrategias sociales que logren cambios estructurales en el desarrollo del capital humano y en la calidad de vida de la población rural, estos conceptos son parte de la estrategia de reducción de pobreza rural del Banco (BID 1998a) que incorpora, una concepción territorial que abarca aspectos, multisectoriales, y elementos diferenciales basados, en la gran heterogeneidad de situaciones rurales.

 

En este sentido, el fortalecimiento de las capacidades individuales desde las escuelas, y el fortalecimiento de las organizaciones existentes y la asociatividad, promoverá la autonomía y el  protagonismo de las familias rurales, a fin de que ellos mismos gestionen los recursos socioeconómicos y culturales de su territorio, con una apropiada capacitación, desarrollo de destrezas y habilidades, ellos mismos podrán, evitar, corregir y/o eliminar sus ineficiencias. Cumplido este pre-requisito educativo-emancipador, los agricultores sabrán qué y cómo hacer para solucionar sus problemas y, al hacerlo, sencillamente prescindirán del retórico paternalismo gubernamental. En las escuelas primarias rurales, se necesitan  "ruralizar" sus contenidos curriculares para formar una nueva generación de agricultores motivados y capaces de adoptar de manera correcta las innovaciones que requiere la agricultura (L. Poland, 2012 ). REDAR PERU en su Centro de Agronegocios ubicado en la provincia de Huari tiene experiencias concretas sobre el  desarrollo de destrezas de los niños rurales que permiten generar agronegocios rurales, valorar sus productos y mejorar la seguridad alimentaria local mediante la diversificación del uso de sus propios recursos.

Para operativizar el desarrollo rural sin crear duplicidades o estructuas costosas o complicadas,  sería conveniente a nivel local, convocar a la acción colectiva multi-institucional, a través de  los municipios, los que  deberían desarrollar una estructura de organización que movilice a los actores locales y con participación protagónica de comités de gestión local o territorial  constituido por representantes de pequeños productores, comunidades indígenas, organización de productores, etc.

En los ámbitos regional y nacional es interesante  lo planteado por el ministerio de agricultura: La implementación de comisiones multisectoriales cuya tarea fundamental seria formular los planes nacionales  de desarrollo rural y seguridad alimentaria, consolidando las propuestas que vengan desde abajo, brindando apoyo a los municipios a través de actividades de seguimiento y  evaluación.

 

Para el presente año se debe aspirar a:

  • Contar con planes programas y proyectos a corto mediano y largo plazo elaborados participativamente con todos los actores involucrados y en base a necesidades debidamente identificadas  priorizadas y validados con las organizaciones de los productores, quienes  deben ser sujetos activos en todo el proceso,  tener la capacidad de decisión y asumir corresponsablemente la ejecución de proyectos.
  • Revisar la estrategia de seguridad alimentaria 2004-2015 para ver que hicimos bien y debemos continuar y que hicimos mal y debemos abandonar.
  • Identificar y fortalecer procesos de desarrollo rural  exitosos, así como estrategias de seguridad y soberanía alimentaria, que ya se vienen desarrollando en diversas zonas del país, como es el caso de la comunidad campesina de Sunimarca en Ayaviri Puno, para identificar los factores de éxito y extenderlas a otros ámbitos no como recetas, sino a manera de ejemplos.
  • Iniciar la ruralización de los contenidos curriculares de las escuelas sobre la base de experiencias existentes, para lo cual REDAR PERU ofrece su experiencia concreta.
  • Iniciar procesos de capacitación bajo la filosofía de aprender haciendo para formar promotores comunitarios, sobre la base de la organización de los Yachachic.
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