Creatividad con el ambiente

Jueves, 25 Junio, 2015 - 09:43

Siempre que se habla de proyectos para el cuidado del ambiente se esgrime como argumento para justificar su descuido la gran cantidad de recursos que se deben destinar para ello. Se muestran toda clase de obstáculos y se convierten en proyectos imposibles, que no logran concretarse. Sin embargo, la puesta en marcha del BanCO2 en Caldas, impulsado por Corpocaldas en asocio con la Chec, demuestra que se pueden elaborar propuestas creativas a costos razonables y con un gran beneficio para todos.

El proyecto, a través del cual se entregan entre $200 mil y $600 mil mensuales a familias campesinas que se comprometan a cuidar las zonas de reserva ambiental y las fuentes hídricas que estén en sus predios es una manera creativa y barata de garantizar que los recursos naturales serán protegidos, pues los propietarios son quienes mejor pueden asegurar el cuidado de tales áreas. 17 familias de veredas de Villamaría, Marulanda y Manizales son las primeras vinculadas al programa, en el que se valora la producción de oxígeno y la protección de las fuentes hídricas.

Se trata de una iniciativa que sería importante fortalecer con la vinculación de nuevos actores regionales, para darles alternativas a nuestros campesinos que les permitan quedarse en sus tierras, producir los alimentos para el consumo regional y, de paso, asegurar un mejor futuro ambiental en Caldas. Qué bueno sería poder extender la aplicación de esta idea a todo Caldas, lo que ayudaría además a darle fuerza a la economía rural del departamento, sin afectar el ambiente. Ya hay un trecho avanzado para copar el modelo en la cuenca del río Guarinó, donde esperamos que Isagén se convierta en un aliado efectivo.

Es seguro que si se tocan puertas de organizaciones internacionales que trabajan por el ambiente es posible conseguir recursos cuantiosos y permanentes con lo que se puede financiar este programa, que solo merece elogios por lo práctico y por lo simple, a la vez que con perspectivas de gran efectividad. La cuenca alta del río Chinchiná, de la cual se surten los acueductos de Manizales y municipios como Villamaría, Chinchiná y Palestina, tiene en esta estrategia una herramienta poderosa para recuperarse y mantenerse en buenas condiciones.

La verdad es que no tiene mucho sentido comprar tierras para reserva, si no se cuenta con la logística suficiente para cuidarlas y garantizar que no serán afectadas por terceros. Lo mejor es que los mismos propietarios sean los encargados de su cuidado y que les paguen por eso. Así, cuidar el ambiente no será tan costoso, mientras que las familias campesinas también se benefician económicamente.

Esta idea tiene alguna cercanía con la iniciativa de los bonos de carbono que surgió a través del Protocolo de Kioto, para la reducción de los gases de efecto invernadero, los cuales sin embargo no han logrado mayor desarrollo en nuestro país, y tampoco en otras partes del mundo. No obstante, esta puede ser la puerta de entrada a que esta estrategia pruebe sus beneficios y se aprecie la rentabilidad de tener un ambiente sano.

Colombia tiene un gran potencial en el mercado mundial de carbono, que si bien todavía no arranca tendrá que hacerlo en el futuro. Debemos ser conscientes de que cada año una persona genera alrededor de 10 toneladas de CO2, por lo que la responsabilidad es de todos. En la medida en que sean apoyadas estas iniciativas, será posible tener un planeta más limpio y una mejor calidad de vida 

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