Estudian impactos de cambio climático en plantas de alta montaña
Considerados dentro de los ecosistemas más sensibles a las modificaciones de su entorno, los hábitats de alta montaña se han constituido en un buen marcador de los efectos del cambio climático global. Bajo esta premisa, un grupo de investigadores del Departamento de Botánica UdeC está estudiando los posibles impactos del cambio climático en plantas situadas en estos sistemas.
“Como las plantas de alta montaña viven al límite de sus capacidades fisiológicas, enfrentando temperaturas bajas, alta radiación solar, vientos fuertes, suelos inestables, etc. y son muy susceptibles al ambiente, cualquier cambio ambiental gatilla cambios en su comportamiento. Esto hace que las plantas de alta montaña sean muy sensibles a cambios climáticos y por ello buenos indicadores ambientales”, cuenta la responsable de la investigación, Ángela Sierra.
El proyecto está focalizado en los Andes, en Chile Central, en la localidad de Farellones (en la Región Metropolitana), donde se han seleccionado áreas de distinta altitud para el seguimiento de especies arbustivas y herbáceas, a través de experimentos que combinan distintas situaciones de riego y calentamiento (con unas cámaras especiales que se instalan sobre las plantas), que apuntan a observar los efectos de la sequía.
Con dos temporadas de trabajo en terreno, los experimentos han permitido conocer el comportamiento de 11 especies frente a las distintas condiciones de temperatura, así como la respuesta al congelamiento de otras 50.
Este último factor, que mide la habilidad de las plantas de resistir temperaturas extremas, es una de las variables más importantes consideradas en el proyecto, ya que los estudios sobre este tema, en sistemas montañosos mediterráneos, son escasos.
“La resistencia al congelamiento es una cualidad muy importante de las plantas y nos indica si éstas tienen el potencial para vivir en un ambiente frío. Por lo tanto, puede determinar si una especie puede o no vivir en las montañas y hasta qué altitud puede llegar; es decir, determina su distribución”, señala.
De acuerdo a los resultados preliminares, los cambios de temperatura (calentamiento global) en Chile Central acusan efectos negativos sobre la biología de diversas especies, pero, en general -como dice la doctora Sierra- no tendrían grandes consecuencias para la biodiversidad.
“No obstante, está situación cambia cuando el aumento de la temperatura va acompañado de cambios en la disponibilidad hídrica. Por ejemplo, temperaturas más cálidas vuelven algunos lugares aún más secos, afectando negativamente el crecimiento de varias especies y favoreciendo a unas pocas. Esto podría generar que algunas especies desaparezcan de algunos sitios, perdiéndose biodiversidad”, indica.
Como consecuencia, los mecanismos de retención de la nieve y su posterior deshielo, podrían verse impactados, con efectos negativos para al suministro del agua potable, señala la doctora Sierra.
Un ejemplo de esto, dice, son los aludes que se produjeron en febrero en el Cajón del Maipo. En este caso hay “una componente climática, asociada a precipitaciones abundantes en una época poco habitual (verano), pero también a que hay muchos sectores que han perdido su vegetación nativa, por lo tanto el agua que precipita se incorpora bruscamente al caudal de los ríos, arrastrando el suelo sin protección”.
La investigadora advierte que para que la nieve se acumule correctamente y se derrita de forma gradual, las plantas son indispensables. “Ellas actúan como una red de contención de las laderas. Por lo tanto, conocer qué determina su presencia, cómo crecen y se reproducen las plantas de alta montaña, nos permitirá entender y también proponer medidas para cuidar un abastecimiento adecuado de agua para la población humana”, puntualiza.
Fuente: UDEC
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