Proyecto enfrenta la desertificación en Apurímac: Tierras productivas

Wednesday, 6 August, 2014 - 15:53
En el Perú, el problema de la desertificación y la sequía representa una amenaza para la seguridad alimentaria y la subsistencia de los habitantes de las zonas afectadas por la degradación de las tierras, que puede intensificarse por el cambio climático. Por eso, las acciones emprendida por el Minam se orientan a mejorar la productividad.
 
El proyecto Promoviendo el Manejo Sostenible de la Tierra en Apurímac, del Ministerio del Ambiente, se enmarca en el proceso de lucha contra la desertificación y la sequía que afecta al mundo, y del cual el Perú no es la excepción.

Francisco Medina Castro, coordinador nacional del proyecto, explica que esta degradación de la tierra, no solo del suelo, sino también del agua, la biodiversidad y sus sistemas productivos, constituye uno de los principales problemas en el país.

Y si bien este fenómeno se produce por las variaciones climáticas, existe aquel que es generado por las acciones humanas, o por una interacción entre ambos que son determinantes en el inicio de un proceso de desertificación.

Apurímac –señala– se caracteriza por su geografía accidentada. Tiene períodos naturales de sequía, pero la desertificación está relacionada con el uso de los recursos naturales, el agua y el suelo de manera poco sostenible, que son los que determinan la degradación de la tierra y que esta pierda su productividad.

“La mayor causa de desertificación es la que genera el hombre, al utilizar sistemas que producen más en menos tiempo, mediante técnicas que no son sostenibles, por sobreexplotación de recursos y sobrepastoreo, a lo que se suma la falta de asistencia técnica”, indica.

En la región, las pocas áreas agrícolas se utilizan con técnicas insostenibles o mal aplicadas, como ocurre con el riego por gravedad en ladera, por ejemplo, que genera una mayor velocidad de arrastre de los nutrientes del suelo.

Sobrepastoreo

Medina Castro asegura también que las intervenciones sobre pequeñas áreas agrícolas y el sobrepastoreo afectan la disponibilidad hídrica, no solo por el cambio climático, sino también porque los sistemas ganaderos se orientan a una producción mixta con poco conocimiento de los pastizales.

La presencia de muchos animales en pequeñas áreas no permite que el ecosistema natural se regenere. De ese modo, el proyecto generó información sobre pastizales y las preferencias de cada especie, de manera que los pobladores las evaluaran y definieran un plan de acción.

Así, se acordó con las comunidades reducir la cantidad de caballos por familia (de 50 a solo 3), pues había, además, un gran número de cimarrones o caballos salvajes y rebaños de hasta 1,000 ovejas por familia.

También fue necesario aprender acerca de la ganadería mixta, es decir, ovejas y alpacas, sobre todo porque la vida del poblador depende de la crianza de estos animales que tienen ecosistemas específicos. La alpaca prefiere los bofedales y compite con ovejas y caballos; a diferencia de llamas y vacas, que gustan de otros pastos.

Tecnologías

En agricultura, se rescataron los conocimientos previos y se realizaron procesos de aprendizaje y reaprendizaje, retomando tecnologías de bajo costo, de modo que puedan incrementar sus utilidades a partir de una mayor productividad. Así, los los campesinos tuvieron un abanico de opciones para elegir la mejor para su chacra.

Por otro lado, los conocimientos que se brindaron por medio de la Escuela de Promotores en Agroecología, que se realiza de manera semipresencial, teórica-práctica, y de “campesino a campesino”, permitió capacitar a más de 1,000 familias y a 293 promotores en tres años de escuela.

Medina señala que la escuela tiene relación con la campaña agrícola, debe enseñarles a manejar el terreno, planificar y reaccionar frente a plagas o heladas. Además, les brinda cursos de negociación y participación en ferias. “Los productores estarán en la Expoalimentaria y Mistura, por tercer y segundo año.”

Mercado orgánico

La zona produce principalmente maíz y papas nativas, productos con mercado orgánico, que a diferencia del mercado común tiene nichos especiales. Cuenta con 708 hectáreas en producción certificadas orgánica y voluntariamente, un plus que permite diferenciar competitivamente y entrar en un mercado de calidad.

Cuentan con la ecomarca Pachamamanchis Rayku (en quechua “por nuestra tierra”) que comercializa siete productos: papas nativas, maíz, habas, frijoles, quinua, kiwicha y tarwi.

Un hecho destacable es que gracias al proyecto algunos pobladores reconstruyeron andenes y otros los construyeron para aumentar el área agrícola y disminuir la erosión, técnicas que les permitirían ingresar en el Protocolo de Nagoya, referido a conocimientos ancestrales.

El coordinador del proyecto asegura que la optimización de su producción significa entrar en el diseño predial como en la mejora de las variedades mediante técnicas sencillas de costo cero, entre ellas la selección masal. “Con estas técnicas sencillas la producción puede aumentar en un 100%”, refiere.

Datos

  • El proyecto trabaja en las provincias de Cotabambas, Antabamba y Grau; beneficiará a 2,500 familias de 12 distritos y 23 comunidades.
  • Es una iniciativa implementada por el Ministerio del Ambiente (Minam) y gestionada por el PNUD con recursos del Fondo Mundial para el Medioambiente (GEF).
  • Apurímac es la región más amenazada por la desertificación. De sus 80 distritos, 44 tienen alta vulnerabilidad frente al cambio climático. En la zona del proyecto, el 90% es zona montañosa y menos del 10% es apta para la agricultura.
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