La sequía será cada vez más parte del paisaje mundial

Viernes, 7 Febrero, 2014 - 09:42

Aunque no está ciento por ciento comprobado, la mayoría de los científicos asegura que el cambio climático está secando un área del mundo. Cierto o no, la realidad es que lo que hoy está viviendo Chile no es algo particular, sino que se repite en otras zonas del globo. California, Australia o África también están luchando contra la escasez de agua, y el futuro no es necesariamente prometedor.

De toda el agua que hay en el planeta, solo el 2,5% es dulce. Sin embargo, menos del 1% es utilizable por el hombre y los ecosistemas, advierte la “Convención para combatir la desertificación de las Naciones Unidas”.

Desde siempre, y como parte de los ciclos climáticos, el hombre se ha enfrentado a sequías. El problema es que con una población creciente, al igual que la demanda, cada nuevo episodio tiene consecuencias más graves. Y si a eso se le suma el hecho que todas las predicciones de cambio climático auguran más eventos extremos, entre los cuales las sequías están incluidas, el panorama se pone aún peor.

A principios de mes, el gobernador del estado de California en Estados Unidos, Jerry Brown, hizo público lo que todos sabían: que están pasando por una sequía que ha batido todos los récords. Luego de que 2013 fuera uno de los años más secos en la zona, los expertos pronostican que la severidad del evento podría igualarse a las devastadoras sequías de la década del 70. Mientras que las represas del río Colorado, al sur de Arizona, llevan 14 años seguidos a la baja, lo que ha llevado las reservas de agua a menos de la mitad.

Al otro lado del mundo, el estado de Queensland en Australia vivió el quinto agosto más seco desde que se tiene registro y el diciembre con menos precipitaciones desde 1938. Los datos se repiten en todo el mundo, incluido Chile.

Según la Dirección Meteorológica de Chile, 2013 quedó en la historia como uno de los tres años más secos desde 1866. El primer lugar lo tiene 1998, con un déficit hídrico de -1,7; en el segundo está 1968, con -1,4; y el tercero lo comparten 2013, 1924 y 2007, con -1,2. Todo este panorama ¿implica que realmente estamos en una situación anormal?

No necesariamente, dice Raúl Galindo, profesor del Departamento de Obras Civiles de la Universidad Federico Santa María. Está dentro de lo esperado el que cada cierto tiempo existan episodios de sequía extrema. “Eso sí, pienso que si tuviéramos otro año más como los que hemos estado teniendo, no respondería a una señal cíclica”, dice.

Francisco Meza, director del Centro de Cambio Global UC, coincide. “Este caso en particular lo califico como un evento de sequía discreto -por la seguidilla de años con menos precipitaciones- y no tan agudo. Pero si seguimos así, se ve un camino complicado”, asegura.

Cautela

Chile está en el lugar número 20 de los países con mayor riqueza hídrica en el mundo, dice Raúl Galindo, con 20.000 m {+3} de agua por habitante al año, pero el problema es que no es parejo en todo el país. “Cuando tienes situaciones distintas y no todos se ven enfrentados a la escasez, el problema se diluye”, asegura, refiriéndose a la toma de medidas.

Si bien la zona norte está “acostumbrada” a lidiar con la falta de agua, para otras regiones del país es algo relativamente poco común. La Asociación Chilena de Municipalidades asegura que en la VIII Región unas 109 mil personas están siendo abastecidas con camiones aljibe. Mientras que, según datos de la Dirección Meteorológica, Coquimbo, Biobío y La Araucanía pasaron a ser zonas extremadamente secas en los últimos 24 meses.

El no tener claridad sobre la causa de la sequía, dicen los expertos, no debería limitar el hacer obras para minimizar sus consecuencias. “El problema es que al no reaccionar antes, una vez que se declara ya es simplemente una medida de adaptación”, advierte Francisco Meza.

Varios grupos de investigación están trabajando en atlas de la sequía en Chile, cuenta el especialista. “Al igual que en Australia, la zona del Mediterráneo o el nordeste de Brasil, vamos a tener un historial de mayor recurrencia de sequías, por lo que el primer cambio debe ser el paradigma de planificación”, dice.

Esto, porque si se incluye en la ecuación al cambio climático, no va a bastar con solo mirar lo que ocurrió en el pasado para poder pronosticar lo que viene a futuro. Hay otros elementos que hay que considerar, para tratar de hacer proyecciones más precisas.

“Vivimos con una sensación de abundancia relativa y que es variable, dependiendo de la zona”, opina el investigador. “La zona central descansa bastante en la acumulación cordillerana y el derretimiento. Además, si se ve llover da una sensación de abundancia que lleva a malinterpretar el valor del agua”.

Falsa tranquilidad

“Santiago, Rancagua o Talca son ciudades con pocas precipitaciones, unos 300 milímetros al año, pero con una evaporación de 1.200 milímetros, por lo que hay un desbalance enorme”, explica. Esto se suple con ríos y napas subterráneas, pero ellos no son suficientes sin un cambio cultural.

“Bajando el consumo per cápita de agua, su uso se vuelve más eficiente. Y, a corto plazo, esto es lo más fácil de hacer”, dice Raúl Galindo. En Estados Unidos, ejemplifica, el agua de la ducha viene mezclada con aire, lo que provoca la misma sensación de confort pero con menos recurso.

Raimundo Bordagorry, investigador del Centro de Energía y Desarrollo Sustentable de la Universidad Diego Portales, concuerda con la necesidad del cambio cultural, pero advierte que este no solo debe ocurrir en la gente.

“Debe haber un salto y ser tratado como un tema de estrategia pública, donde todos estén involucrados. Hay más de 20 instituciones gubernamentales dedicadas al agua, pero nadie ve el tema de forma integrada”, advierte.

Además de utilizar las nuevas tecnologías (ver recuadro), hay muchas otras medidas que se pueden tomar, asegura Francisco Meza. Desde reutilizar las aguas servidas para riego, pasando por plantar en las áreas verdes especies que requieran menos riego, tener en las casas baños con doble descarga, o incluso, como en Australia, desarrollar pastos para canchas que necesiten menos agua.

Tecnología y grandes obras

Para Raimundo Bordagorry, investigador del Centro de Energía y Desarrollo Sustentable de la Universidad Diego Portales, la forma de enfrentar la escasez de agua es con una mezcla de soluciones. “Desde construir más infraestructura con embalses, hasta infiltración de acuíferos, subsidios tecnológicos para reutilizar aguas grises o servidas, así como también desalinizadoras”, dice.

La tecnología para desalinizar está bastante avanzada, agrega Raúl Galindo, profesor del Departamento de Obras Civiles de la Universidad Federico Santa María, por lo que tiene un precio relativamente accesible para adquirirla e innovar. También agrega la posibilidad de optimizar el riego agrícola con telemetría, donde se mide exactamente cuánta agua necesita cada planta y cuándo.

Respecto de los embalses, son una alternativa, pero hay que evaluarlos bien. “Depende de la obra, pero del 100 por ciento del agua acumulada en el embalse se puede llegar a utilizar solo el 70 por ciento, ya que el resto se pierde en el ciclo hidrológico”, advierte.

Francisco Meza, director del Centro de Cambio Global de la Universidad Católica, cuenta que en este centro están trabajando en recuperar conocimientos ancestrales para hacer cosechas de agua en comunidades rurales. Esto incluye la implementación de atrapaniebla y la reingeniería de laderas de cerro para instalar pequeños colectores.

Fuente: LIGNUM

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