Las lecciones del Cotopaxi

Lunes, 7 Septiembre, 2015 - 08:32

Hace unas semanas el Cotopaxi, el volcán activo más alto del mundo, entró en una fase eruptiva. Aunque en el Ecuador hay otros volcanes activos, éste es cosa seria. La gran diferencia con los demás es que sí explota, se descongelaría parte de su enorme capa de hielo causando los temibles lahares, que pueden llegar de forma violenta a ciudades como Quito, Machachi y Latacunga. Por esto, cualquier persona en el Centro-Norte de Ecuador debe estar alerta y preparada para cualquier emergencia. Sin embargo, esta emergencia es mayor, por el desconocimiento de la naturaleza y por la baja conciencia de riesgo.

Veo el Cotopaxi echando ceniza todos los días, pero las primeras dos décadas de mi vida viví en un país sin montañas, sin terremotos, sin volcanes. Cuando fui por primera vez a los Andes, una de mis mayores curiosidades era ¿Cómo puede la gente vivir en los flancos de un volcán activo, sin estar todos los días con miedo de que explote? Al preguntárselo a la gente, normalmente me respondían "Pues.... no es nada del otro mundo; uno se acostumbra al riesgo y luego olvida que hay algún peligro".

Lo que pasa es que los eventos volcánicos son predecibles pero pasan a un ritmo muy lento para la paciencia humana. El Cotopaxi, por ejemplo, tiene fases eruptivas cada 100-150 años. Esto, en términos geológicos, es un ciclo corto y bastante regular. Sin embargo, una vez cada siglo es mucho para una vida humana. Por esto, aunque las personas son conscientes de  que viven cerca de un volcán activo, pocas realmente consideran que tendría un peligro real. Además, cuando un volcán entra en erupción (como hace el Cotopaxi ahora), no quiere decir que hoy ruge y mañana explota. Puede seguir emitiendo cenizas por años antes de una erupción. Inclusive, puede ser que nunca llegue el golpe grande. La naturaleza de un volcán es así que no le importa un añito más o menos, pero en este periodo la gente puede perder su paciencia o su alerta.

Por esto, puede ser que el aumento de la actividad del Cotopaxi, que de hecho ya empezó hace un par de años, no había preocupado tanto a la gente, porque no había una erupción inminente y además "¿no hemos visto ya otros volcanes,  que echa un poco de ceniza de vez en cuando?". Pero ahora, con una columna de ceniza constante sobre la cumbre del volcán y los periódicos llenos de alertas, la gente empezó a buscar sitios seguros, comprar comida enlatada y se agotaron las mascarillas de protección.

Gracias a los volcanes, tenemos los suelos más fértiles del continente. Pero es obvio que para esto, los volcanes deben echar ceniza de vez en cuando. Y aunque una caída de ceniza es extremadamente molestosa y daña los cultivos, a la vez es un nuevo aporte de minerales. El problema es que el efecto de esta fertilización recién se nota después de varios años[1]. Pero es así como funciona la naturaleza y los agricultores en territorios con volcanismo activo tienen que aprender a vivir con ello. El problema es que un campesino individual no puede darse el lujo de perder varias cosechas por el efecto de la caída de cenizas, aun sabiendo que luego vendrán mejores cosechas. Pero las agencias de planificación, las organizaciones de desarrollo agrícola y las cooperativas de productores sí tienen la capacidad de anticipar, asegurar y apoyar antes de un evento volcánico y no lamentar después, que es lo que suele pasar normalmente.

Pero de pronto la peor situación la encontramos en la planificación urbana. Durante décadas recientes, en los valles al pie del volcán urbanizaron las hermosas planicies al borde de los ríos. Por supuesto, todos estos sitios ahora están en zona de alto riesgo. Para alguien que viene de una tierra plana, sin peligros geológicos, es inimaginable que se ha permitido construir en zonas de impacto potencial de los devastadores lahares; aunque este peligro sea 'apenas' una vez cada 150 años. Es un hecho que sobró visión de proyección inmobiliaria y faltó respeto a la naturaleza. También aquí vale: hubiera sido mejor planificar con conciencia de riesgo antes de un evento volcánico que lamentar después.

Para cerrar quisiera enfatizar que la visión de corto plazo y el 'acostumbrarse al riesgo', no es solo algo latino. Muchas veces, después de las conversaciones sobre el peligro volcánico, la gente al saber que soy holandés, me devolvía la pregunta: "¿Cómo puede la gente vivir bajo el nivel del mar, sin estar todos los días con miedo de una inundación?" Y ahí me dicuenta que allá tenemos el mismo nivel de conciencia de riesgo: uno se acostumbra a vivir bajo el nivel de mar y luego olvida que hay algún peligro. Hasta que tuvieron que pasar unas inundaciones tremendas para que finalmente se regulara la construcción  en las pintorescas pero muy traicioneras planicies inundables de los ríos. Mejor dicho, en todo el mundo pensamos que entendemos la naturaleza pero ella tiene sus ritmos y éstos hay que entender y respetar.


[1] Una explicación científica pero sencilla hacen Grosfeld y Puntieri (2011) para Argentina http://www.diarioandino.com.ar/diario/wp-content/uploads/2011/06/Efectos-en-la-vegetacion_FINAL.pdf

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Mountain Ranges: 
Author: 
Hofstede, Robert

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Hofstede, Robert

Robert Hofstede, biólogo holandés. Ha sido Docente de la Universidad de Ámsterdam y Director Regional de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). Ocupó la presidencia del Directorio Global del Foro de Montañas. Y desde Septiembre 2016, trabajará como Director Adjunto de Cambio Climático en IDRC (Canadá).

Biólogo con amplia experiencia como director de proyectos e instituciones de conservación de naturaleza y de desarrollo rural. Conoce mas de él: http://www.roberthofstede.com/

Location Country: 
Ecuador