Terciaria, no de tercera

Viernes, 10 Julio, 2015 - 09:18

Entre tantos temas que son y serán materia de debate al iniciar la ejecución del Plan Nacional de Desarrollo 2014 – 2018, uno que ha generado ya discusiones es la creación del Sistema Nacional de Educación Terciaria (SNET), en parte por su precaria definición y por la escasa claridad respecto de la apuesta política del Gobierno Nacional, cuando en la definición cabe "…toda aquella educación o formación posterior a la educación media, cuyo objeto es promover el aprendizaje a un nivel elevado de complejidad y especialización".

Puede haber una buena intención en el abordaje sistémico de la oferta formativa que conduce al ejercicio de un oficio o de una profesión, pero no puede pensarse que todo lo que pase después de la educación media sea lo mismo, o se le trate como si lo fuera. De esas generalizaciones nos vienen ideas equivocadas como que el Sena es la "Universidad de los pobres"… lo cual no es justo ni digno para el Sena mismo, para el sistema universitario y mucho menos para los pobres.

En el mismo sentido obran ciertos apuros que han tenido las diversas versiones de Ministerio de Educación de los gobiernos recientes, en materia de articulación entre media y técnica, formación para el trabajo, evaluación por competencias, promoción de programas técnicos y tecnológicos, entre otros temas, que por ser consistentes y sucesivos de una ministra a otra e incluso de un gobierno a otro, hacen pensar que no responden a prioridades establecidas por el propio gobierno, sino a dinámicas externas al sector educativo, donde otros actores e intereses mueven los hilos. Insisto en que hay buenas intenciones en las ideas que inspiran las reformas, pero al tiempo hay serios riesgos, que en la medida que se ignoran, se convierten en desastres.

Es indudable que el país necesita dinamizar los sectores productivos y que el desarrollo técnico y tecnológico es un factor clave para afrontar dicha necesidad, pero no solo se requiere ampliar la oferta de programas de formación, sino fundamentalmente propiciar un entorno de innovación e inversión que efectivamente vincule a los sectores productivos con los centros académicos, en una simbiosis de la que salga ganando el país entero, tanto por el crecimiento económico como por el ejercicio político de sus ciudadanos.

No debe confundirse con disminuir los requisitos de ingreso, legitimar todo tipo de ofertas y forzar a los jóvenes a la formación técnica desde temprana edad. Menos aún debe significar el sacrificio de la formación en humanidades, la exploración de las vocaciones y el desarrollo de talentos y aptitudes. Bienvenida, por ejemplo, la formación complementaria a jóvenes que, mientras cursan sus últimos años de colegio, avanzan en una formación técnica que puede orientar sus aptitudes o generarles opciones de desempeño en el futuro, siempre que esa formación no anule las aspiraciones individuales de esos jóvenes, no desatienda la obligación de formarlos como ciudadanos y no nos lleve a la sobreoferta de personal calificado pero inmaduro, que resulta muy útil para el desarrollo productivo pero incompetente para la construcción de entornos de desarrollo social y convivencia.

Los jóvenes rurales o los urbanos de los estratos más bajos pueden recibir formación técnica en oficios, y debe celebrarse cualquier esfuerzo en fortalecimiento de capacidades. Pero también podrían explorar sus capacidades para la investigación, el desarrollo de ciencia o cualquier expresión artística. Que se piense que "todo aquello que ocurre después de la media" pueda pertenecer a un único sistema puede ser aceptable. Pero que en la práctica, lo que ocurra es que se homogenice toda la formación como instrumental para el ejercicio de un oficio, y que la oferta sea determinada por la demanda de los sectores productivos, no ofrece una verdadera contribución a nuestro desarrollo como sociedad.

Tener más jóvenes capacitados para el trabajo y con escasa formación humanística, ética y ciudadana, nos conducirá hacia una sociedad de seres inconformes e insolidarios, que podrán tener dinero para gastar, pero no tendrán siquiera conciencia de su "ser" individual y social. Preferible una sociedad de menor dinámica económica, de menor nivel de gasto, pero en condiciones individuales y colectivas de dignidad y plenitud. Bienvenida la organización de un sistema de educación terciaria, pero que no nos lleve a una sociedad "de tercera".

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Betancourth López, Andrés Felipe

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Betancourth López, Andrés Felipe

Médico Veterinario Zootecnista. Especialista en Agroforestería y con MSc en Sistemas de Producción Agropecuaria. Ha sido miembro del Comité Técnico de CONDESAN y actualmente es parte del Consejo Directivo. Ha sido Profesor Universitario y Rector del Instituto de Educación Superior CINOC, en la cuenca de La Miel, Colombia.

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Colombia