Biofortificación para combatir el “hambre oculta”
La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), que trabaja para poner fin a la desnutrición de más de 2.000 millones de personas en el mundo, se muestra muy a favor de enriquecer el contenido de micronutrientes de las plantas.
En términos técnicos ese proceso se llama biofortificación. Es una intervención específica en materia de nutrientes diseñada para potenciar el contenido de micronutrientes de los alimentos mediante el uso de prácticas agronómicas y del cultivo de plantas.
El cultivo tiene lugar en HarvestPlus, un programa internacional apoyado por el Grupo Consultivo Internacional para la Investigación Agrícola (CGIAR), y en centros nacionales de investigación agrícola, principalmente en países del Sur en desarrollo.
El primer cultivo nutritivo, desarrollado por científicos africanos y dado a conocer en asociación con el Centro Internacional de la Papa (CIP), fue la batata anaranjada, que ha resultado efectiva en aportar hasta 100 por ciento de las necesidades diarias de vitamina A a niños pequeños, según el CGIAR.
Actualmente se desarrollan seis cultivos nutritivos adicionales mediante el uso de métodos convencionales de cultivo: mandioca y maíz, ricos en vitamina A, frijoles y mijo perla, ricos en hierro, y trigo y arroz, ricos en cinc.
Los primeros tres cultivos tienen por objetivo a África, y el resto a Asia meridional.
En 2012 se lanzaron nuevas variedades de los primeros cuatro cultivos, según el CGIAR, y se espera que el trigo y el arroz sean los próximos, este mismo año.
Aunque insume tiempo producir la cantidad de semillas necesarias para satisfacer la demanda, hasta medio millón de agricultores estarán cultivando estos productos nutritivos para fin de año, pronostica la entidad.
Ante la consulta de hasta qué punto puede llegar el cultivo de plantas en la resolución de los problemas del hambre y la nutrición en el mundo, Erick Boy, director de nutrición en HarvestPlus, dijo a IPS: “Nos centramos en el hambre oculta, causada por no obtener suficientes minerales y vitaminas en la dieta. Ese es el principal problema del hambre que el mundo enfrenta en la actualidad”.
“Las seis nuevas variedades de cultivos básicos que estamos desarrollando son más nutritivas: contienen mayores cantidades de vitamina A, cinc o hierro”, agregó.
La falta de estos nutrientes es lo que causa problemas de salud generalizados, especialmente a mujeres y niños.
Boy dijo que estos cultivos se distribuirán a más de tres millones de hogares de agricultores en siete países de África y Asia para 2015.
“No está mal para un programa que comenzó de cero para desarrollar estos cultivos, apenas en 2003”, subrayó.
Cuando se los consume regularmente, estos cultivos biofortificados pueden aportar un promedio de 50 por ciento de la cantidad necesaria de vitamina A, cinc o hierro. Según el CGIAR, más de 2.000 millones de personas en el mundo no reciben suficientes porciones de estos nutrientes cruciales en sus dietas diarias.
Las deficiencias en su ingesta pueden causar un menor coeficiente intelectual, atrofia y ceguera en niños; una mayor susceptibilidad a enfermedades tanto en niños como en adultos, y mayores riesgos para la salud a las madres –y sus bebés- durante el parto.
Según el Banco Mundial, los niños desnutridos tienen más probabilidades de desertar de la escuela y de tener menores ingresos en su vida adulta, reduciendo así el crecimiento económico general.
En su publicación “El estado mundial de la agricultura y la alimentación 2013”, divulgada en Roma, la FAO explica que, a diferencia de la fortificación, que ocurre durante el procesamiento de los alimentos, biofortificación implica enriquecer el contenido de micronutrientes de las plantas.
Persisten las preguntas sobre si los consumidores están listos para comprar alimentos biofortificados, especialmente cuando estos lucen o saben diferente de las variedades tradicionales. Pero, según la FAO, las primeras evidencias sugieren que los consumidores están dispuestos a adquirirlos, y que incluso pueden pagar un poco más por ellos.
En Uganda, la FAO descubrió que los consumidores estaban dispuestos a pagar lo mismo por las variedades anaranjadas de la batata como por las blancas, incluso sin una campaña promocional.
Resultados similares se hallaron en Zambia, en el caso del maíz anaranjado, potenciado nutricionalmente, donde los consumidores no lo confundieron con el maíz amarillo (el común) o el blanco. También aceptaron un precio un poco más alto cuando su introducción estuvo acompañada de información nutricional.
“Nos centramos en África subsahariana y Asia meridional porque, si uno mira cualquier mapa del hambre oculta, estas son las regiones marcadas en rojo”, dijo Boy.
América Latina ha hecho un mejor trabajo al mejorar la nutrición en las últimas dos décadas, agregó. Sin embargo, todavía hay bolsones donde el hambre oculta es un problema.
“Así que también estamos trabajando en esta región. De hecho, ahora estoy en Guatemala”, señaló. Allí trabaja con los distintos involucrados a propósito de los frijoles con alto contenido de hierro y el maíz rico en cinc.
“Anticipamos que podremos tener variedades de dos o tres cultivos que son ricos en hierro y cinc para los agricultores de América Latina y el Caribe para 2015”, agregó Boy.
Mientras, a comienzos de este mes, el gobierno de Gran Bretaña concedió el equivalente a 46,4 millones de dólares a HarvestPlus para que desarrolle y distribuya seis cultivos nutritivos a varios millones de hogares de agricultores en África y Asia.
Esos fondos se anunciaron en una reunión internacional de alto nivel que congregó en Londres a varios socios para asumir firmes compromisos políticos y financieros a fin de mejorar la nutrición en el mundo.
En sus declaraciones de la apertura, el primer ministro británico David Cameron dijo que todo pasa por hacer las cosas de otro modo. “Para la ciencia, se trata de aprovechar el poder de la innovación para desarrollar mejores semillas, (y) cultivos más productivos y nutritivos”.
Fuente: IPS Noticias
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