Madera y agua no siempre van de la mano

Lunes, 18 Julio, 2011 - 11:25
Luis Acosta

Los proyectos de conservación hídrica en bosques no pueden ser tratados como meros proyectos de forestación o reforestación, sentencia el hidrólogo e investigador principal de CONDESAN, Bert De Bièvre. En este texto, el experto explica por qué no y qué tanto ocurre esto en la región andina.

Existe confusión de dónde se ubica el tema de actividad forestal en el Estado. En la mayoría de los países de la región las actividades de fomento forestal están en los ministerios de Agricultura, lo que está bien, explica De Bièvre, pero se ha asumido demasiado fácil que estas contribuyen a la vez a la conservación de cuencas. Ahí está el problema.

En algunos de estos países se está tratando de colocar a las actividades de forestación o reforestación con objetivos de conservación hídrica dentro de la Autoridad del Agua o del Ministerio del Ambiente y las actividades de producción forestal dejarlas en el Ministerio de Agricultura. Eso tiene más lógica, explica el investigador de CONDESAN.

“En las reformas institucionales que se están haciendo en Ecuador van por ese camino. También en Perú”, nos cuenta.

¿Y qué pasa cuando esto no sucede? Los proyectos de conservación hídrica son evaluados con los mismos indicadores de proyectos de forestación o reforestación.”Eso ocurre demasiadas veces”, dice preocupado.

“Se ha sembrado árboles y se está evaluando el porcentaje de árboles que prendieron o el porcentaje de mortalidad, la velocidad de crecimiento. Esos criterios no tienen nada que ver para (medir) la efectividad de conservación hídrica. Incluso es contrapuesto; mientras más rápido crece el árbol, más agua está consumiendo. Los proyectos de conservación hídrica necesitan árboles que son de crecimiento lento, que desde el punto de vista forestal son menos preciados”, declara.

De Bièvre también señala que cuando se elaboran proyectos de forestación o reforestación no se puede contribuir a todo. “Pensamos que al hacer una forestación o reforestación estamos contribuyendo a todos los objetivos a la vez: produciendo madera, contribuyendo al rendimiento hídrico, a la regulación hídrica y a la vez contribuyendo a la mejora de calidad de agua. El objetivo de producir madera y el objetivo de conservación hídrica están opuestos, casi nunca van juntos”, recalca una vez más.

¿Por qué? Ya lo dijo: en los proyectos de reforestación se buscan árboles de rápido crecimiento que son los que más consumen agua.

Pero como en todo, hay excepciones. Es el caso de la restauración de áreas con una alta degradación (como las zonas en proceso de desertificación).

“Si puedes recuperar la cobertura vegetal sea cual sea, aunque sea de eucalipto o de pino, siempre va a ser positivo; hidrológicamente también. Porque se recuperan ciertas propiedades hidrológicas en un área donde estas propiedades se habían perdido por completo”, explica.

Me queda la duda, entonces, de cómo saber qué hacer en aquellas áreas medianamente degradadas, que son la mayoría.

“En una escala de totalmente conservado a totalmente degradado, en el extremo de totalmente conservado para todos es bueno seguir conservando. En el extremo de totalmente degradado también está claro que cualquier vegetación es buena. Pero en la mitad donde tenemos ecosistemas intervenidos la mejor acción mucho depende de las prioridades y objetivos que tengamos”, concluye De Bièvre. “Y dentro del tema de agua las acciones (óptimas) no siempre son las mismas si lo que buscamos es calidad, regulación o cantidad total de agua”, añade.

Ya sabemos. Dependiendo de las prioridades de la zona se optará por producción o conservación hídrica en una cuenca o zona. Rara vez, por ambas.

Mira el vídeo con estas y otras declaraciones de De Bièvre acerca de este tema.

 

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